Sólo podría describirlo así: Increíble, increíble, nuestra
boda estuvo INCREÍBLE. Aunque el día se me pasó en un pestañeo casual, no
pudimos haber tenido mejor momento. Disfruté desde que abrí los ojos a eso de las 3
de la mañana, hasta que terminamos él y yo platicando (sí, platicando) de lo
mucho que nos amamos.
La semana previa en realidad se me pasó lentísima, podría
explicar el sentimiento como cuando esperas a los reyes, con ansia, con
nervios, con tantas ganas. El 4 de mayo me levanté muy temprano, con un montón
de alboroto, mi familia corriendo, y entre maquillaje y peinado (gracias, Fer) el tiempo de
partir llegó. Por fin... ¡llegó!
Moría de ganas de verlo al final de la iglesia con su outfit
y sus converse, moría de ganas de abrazarlo y darle un besito en el cuello. No lo vi al final de la iglesia, lo vi al principio y medio lo vi porque
traía el velo en la cara y medio ciega, efectivamente no veía mucho. El orden
para entrar a la iglesia no fue el que esperaba, el padre organizó todo, pero
estuvo bien.
Llegué tarde, tradición entre las novias, aunque de verdad
estuve lista en tiempo y forma como debe de ser, da igual, llegué y fue
maravilloso. En lugar de entregarme papá, lo hizo junto a mamá, cosa que
fue súper linda, los dos quienes han sido pilar fundamental de lo que soy ahora
estaban ahí para extender mis manos y entregárselas al changuito de mi vida, lo
vi emocionado y se me llenó el corazón de punzaditas inexplicables.
La misa estuvo súper linda, al ver a nuestros padres leer
las lecturas que escogimos, me dieron ganas de saltarme el banquito e ir a
llenarlos de besos, pero no estaba borracha y esas cosas uno no las hace en sus
cinco sentidos. Mi madre, la persona con la voz más dulce que he oído en la
vida terminó de pronunciar las palabras que marcarán nuestro matrimonio: “El
amor dura por siempre”.
Cuando llegó el momento de darnos las manos y decir lo que todo mundo nos sabemos, el sí acepto y así, decidí echarle
crema a mis tacos y expresarlo como lo sé hacer, con el énfasis adecuado en
la parte adecuada, así terminé diciendo con el corazón y con el alma “todos los
días de mi vida”. Changuito, le pondré huevos para que
así sea.
Las personas más importantes de nuestras vidas estuvieron
ahí, formando parte de una ceremonia que llevaré en el alma. Nuestras familias
nos mostraron que si actúas con amor, nada podrá salir mal. Papá,
mamá, hermana, en ambos casos, ahí frente al altar a nuestro lado sonriendo por
nosotros.
Nuestros padrinos, Lety y Javier, se han convertido en mi
familia, qué bien se siente tenerlos en nuestras vidas, ellos que con su
hermosa familia son ejemplo de lo que quiero llegar a ser. Paco, Jesi, Chícharo y Jackie son también hermanitos para mí, crezco con ustedes, comparto
postres con ustedes y sencillamente las tardes en bici no serían las mismas sin
su alegría.
Gabi, Edgar, Marianita son y serán siempre mis hermanitos,
los que no me fallan, los que están ahí a pesar de tantas diferencias, los que
caminaron conmigo al altar y sonrieron al verme feliz, me atrevo a
decir que también lloraron de emoción, no se hagan. Por cierto, el lazo estuvo
osom y el ramo que le entregamos a la virgen no pudo ser más perfecto.
Cintio, Toño y Rorris, me robo el himno del chango al
decir “a mí me volvió loca su forma de
ser”. Neta, son increíbles, yo soy la metiche de su gran círculo de amortz y
qué chingón se siente ser bien recibida. Empezar así un matrimonio está de
huevos, hoy por hoy los amo y punto. Los anillos y arras son tan bonitos que
siento cosquillas en la panza cada vez que los veo.
A Marina le dedico unas líneas especiales porque a pesar de
ser tan poco tiempo de conocernos, ha hecho por nosotros cosas que no sólo se
agradecen, se aman y se respetan porque personas como ella no nos las
encontramos a montones, porque ella es realmente auténtica.
Gracias, loca, por estar con nosotros.
Recibimos la bendición más grande como pareja, somos ahora
un matrimonio con todo lo que ello representa. Jamás olvidaremos los aplausos
al terminar la misa, nunca nos dimos cuenta de cuántas personas estaban, cuando
entramos sólo podíamos ver el final donde estaban nuestras sillitas, sólo
podíamos sentir nervios y cosquillas por todos lados, pero al final cuando todo
terminó y nos dimos cuenta, estábamos casados, con la iglesia llena y con
sonrisas por doquier.
Pétalos de rosa blancos y rojos enmarcarán la historia de
Los Saurios, porque lo mejor está por venir...
LA FIESTOTA
Para mí nada salió mal, sí... hubo cambio de planes, de
asientos, se desconocieron bebidas, bla, bla, bla, pero realmente nada lo
planeé tan formalmente, al menos en mi caso. Yo quería casarme con el chango de
mi vida, tener un vestido hermoso, tener una fiesta llena de personas
increíbles y lo tuve.
Lo tuve a él haciendo una promesa de amor, los tuve a todos
los presentes siendo felices por dicha promesa y tuve mi sueño de princesa con
pastelitos incluídos. De principio a fin lo disfruté: esperar a que todos
estuvieran listos y entrar caminando, la comida, la bebida, los cupcakes (gracias Mich y Thalya), la
música, los abrazos, las palabras de amor.
Mi parte favorita fue ver cantar al changuito, no mam... la
inche sorpresota que me dió, jamás olvidaré verlo tocar la guitarra, cantando
para mí, sólo para mí, los demás qué (¡jhá!). Andar como loquita de mesa en
mesa, haciendo bromas, comiendo, bebiendo a madres, la fiesta estuvo así o más osom.
Gracias a Tiuchis, Gus, Grovas, Thalya y Niche (en representación) por el tequila, por echarle tantas ganas a compartir y convivir con mi nueva familia, por ser así de transparentes, locos y fiesteros. Toda el apoyo fue fantabuloso, puedo decir que no aportaron un granito de arena, sino todo un camión de volteo.
Personas que nunca creí, estuvieron ahí y me
demostraron que estoy haciendo las cosas bien, que seguir actuando con
honestidad y con amor es una de las mejores formas de vivir. Si me preguntan,
neteé muy cabrón, a todos les di las gracias, les dije el clásico “te quiero
musho”, pero de verdad lo hice con el alma, les dije, medio borracha, lo
importantes que son para mí. Qué mejor momento para netear que ese.
Me siento muy querida y bien recibida en la familia Zárate
Altamirano, escogí bien y entendí por qué lo hice, todo lo que salga de esa
familia tiene que ser espectacular porque ellos así lo son, por eso el chango
es como es, así entendí que a pesar de mi miopía, abrí los ojos muy a tiempo
para ver el partidazo que tenía enfrente. Dios, el destino y el amor lo puso
frente a mí y no podía ser tan tonta de no agarrarlo a besos y decir “sí,
acepto”.
Y bueno, así existieron momentos súper shingones durante la
fiesta, ver disfrutar a los invitados de los marquitos que hicimos para que
se tomaran fotos, que leyeran las frases de la entrada y sonrieran, que
comieran súper rico, verlos bailar, ¡afaaaa qué shingón estuvo! La mejor parte
fue verlos aguantar hasta el final, damas y caballeros, mis respetos.
Todo fue muy rápido, pero cada momento fue especial. Tengo
para comentarles muchísimos, ahora sólo quiero mencionar el momento
en el que el chango y yo sentados en el piso, él sin un zapato y yo con una
rosa en la boca, estuvimos rodeados por personitas increíbles. Yo estaba en mi
momento, besándolo y así, pero cuando nos pararon y volteé a ver quiénes
estaban haciéndonos un círculo y abrazándonos como locos, me di cuenta que somos
inmensamente bendecidos.
La fiesta se terminó y recuerdo haber llorado por dos
personas, por mi hermana y por mi primo, lejos están y no puedo superar su
distancia, pero agradeceré a Dios el habernos tenido conmigo esas más de 12
horas, porque crecí junto a ellos y les lloraré las veces que tenga que hacerlo
al despedirme, porque vale la pena llorar por amor.
En fin, se acabó nuestra semana, entre la
fiesta, la luna de miel, el abrir regalos, el volver a nuestra rutina diaria. ¡Qué sueño tan grande se cumplió! Ahora, a ponerle huevos, al sartén y a la vida
para que la familia ZÁRATE FOREY sea inmensamente feliz.
Son todos ustedes unos chingones por estar siempre.
Ámonos viejo, porque a partir de hoy... comienza el resto de
nuestras vidas.
*Gracias a todos los que forman parte de esta historia, gracias por sus regalos, gracias por su tiempo, gracias por sus fotos (que me robé para este post), gracias por tantas bendiciones.