miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sin fuerza... bruta

Todo bien, todo bien, pero… qué añito y todavía no termina. Un poco de estabilidad, por favor. No recuerdo haberme sentido así, desganada y sin una idea clara de a dónde ir o por dónde empezar (desconozco el principio, locos).

Ojalá lo de “sin un peso en la bolsa” de la jefatura no pegara tanto. Y ojala los últimos acontecimientos no me hubieran dejado tan cansada con toda esa fuerza bruta que uno tuvo que sacar de sepa dónde para poder seguir “de frente y desafiante”, porque sí, agotada estoy.

Recordar mis tiempos en el periódico me hizo pensar ¿cómo le hice para sobrevivir? Ahora… me cuesta trabajo mentalizarme para encontrar otro punto de partida. Yo sólo pedía “ponme en el camino, yo me encargo del resto” y sabía que contaba con toda la actitud para ponerle ganas a ese resto y aunque sé que “actitud” tengo, viene un poco desgastadita.

Una vez más me aconsejan “tiempo” (para respirar al menos), hace unos meses me habría frustrado por tal consejo, en este momento me da igual el tiempo, es una especie de apatía eufórica, contrastante el asunto. Me aterran cosas que antes no me importaban y lo que antes me dejaba palidezca, ahora está en el limbo.

El no me dejes, no me olvides, tengo miedo, no eran comunes. El especialízate, trabaja, mantente están como esa piedrita incómoda, pero no encuentro en dónde, si en el zapato o en la cabeza. ¿Qué me pasa? Esta mutación de Foreys es… bueno, espero que me lleve a algo mejor.

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Esa Foreys

martes, 30 de noviembre de 2010

Dudas

Las dudas, putas dudas, ¿y si las dudas fueran putas…? En fin, a veces se van con putas por dudas, caray. Yo insistía en no quererme casar por no sé, no sabía, ahora quién sabe si sé, pero una respuesta encontré: por las dudas.

Quería echarle la culpa a las de los demás, pero le echaré la culpa a las mías, creo. Siempre tengo toda la intención (aunque lo niegue, lo nigue, lo niegue) de querer casarme, pero aunque dé todo lo que considero puedo dar, lo que estoy dispuesta a hacer, siempre hay dudas, de uno u otro lado.

Me ha tocado estar del bando de los no indecisos, o sea, de los que están “seguros”. Pero a la hora de los trancazos, en mi caso, la balanza se vuelve loca, un poco dispersa diría yo… que si es porque no había, que si es porque había alguien más, ¿y yo? Ahí estoy yo, el hecho de que no vea no significa que no me vean, ¿o sí?

Quiero estar contigo, por favor inclínate por un “sí” o por un “no”, porque el pensar que dudas mata un poco, sólo un poco, bueno…. Un bastante. Lo que te digo es, lo que pienso es, lo que hago es, ¿qué necesitas? Yo quiero ser feliz y te invito a compartirlo conmigo, ¿quieres?

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Tu Foreys

martes, 2 de noviembre de 2010

Un amor inmortal

Catalina miraba con devoción el pequeño altar a Aniceto, las velas iluminaban su rostro lleno de arrugas y las lágrimas que cubrían sus ojos caían una a una sobre las flores mientras murmuraba una oración. Al terminar, tomó en sus manos una vieja fotografía arruinada por el tiempo y la besó. Por unos segundos permaneció en ese lugar con una melancolía que estremecía el cuerpo.

Aniceto había muerto hacía diez años. Recuerdo que los veía pasear en las tardes tomados de la mano y a paso lento, sus cabellos canosos eran símbolo de madurez, pero llevaban una felicidad envidiable. Hoy es 2 de noviembre. Catalina colocó una ofrenda con claveles rojos, y lo que a él le solía gustar estaba allí dándole la bienvenida. Ella lo aguardaba con una sonrisa de esperanza, pasó la noche sentada en una mecedora y durmió. Al amanecer la encontraron fría pero con los labios tibios, había muerto con el dulce beso de Aniceto.


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2 de noviembre 2010

viernes, 22 de octubre de 2010

Peso mosca

No sé cuál sea el peso de casi cuatro años, creo que en general llevo muy ligero mi pasado. Sé lo importante que fue ese tiempo, lo que viví y aprendí a mejorar de mi personita, pero eso es una carga peso mosca, no porque no sea importante, sino por lo libre que me dejó ser, sin ataduras, sin sueños rotos (sólo transformados), sin torturas y también con algunos “con”... con suerte, seguridad, aprendizaje, amor.

Lo que pienso ahora ya no anda jugueteando entre el ayer o el antier. Me siento, justo en este momento, como en una realidad alterna. A veces intento regresar al pasado para espiar un poquito, para saber si mueve fibras sensibles, pero no, parece como si hubiera sido otra persona y lo que veo en ese flash back es sólo una película en mi cabeza, de esas con las que te sientes la protagonista, pero al final sólo es un breve trip.

También sé que no deseo regresar, que ya estoy cansada de dorar la píldora más de lo necesario. Añorar lo que se tuvo y lo que no ya no es tan placentero, si voy a loopear que sean los chistes y ya. Aunque claro, esos cuatro años dejaron algunos estragos, con apariencia microscópicamente gigante (sí, gigante) y esos sí pesan y mucho, porque son negativos y muy ojetes, pero eso se me olvida muy seguido, así que feliz estoy.

Creo que la razón por la que no están tan presentes esos años en mí es porque fue mucho, mucho dolor (no quería usar esa palabra, pero no había otra) y como Gabi lo dijo, fue muy purificador, cambié muchísimo. No es resentimiento lo que siento por él, simplemente tomé mis maletitas, los cachitos de mi corazón, los tomé con fuerza y me fui sin mirar atrás, por aquello de convertirnos en piedra.

Ahí se quedó él, atrás, y ahí lo voy a dejar ya no porque duela, sino porque hoy sigo caminando para cantar nuevas historias. A su retrato-recuerdo que guardo en alguna parte de mi memoria le dedico una sonrisa, le dibujo una canción y así simplemente le digo adiós. Una despedida como la de los zapatitos de 3 años que quise con todo el corazón, pero que sé no me los voy a volver a poner, porque aunque quiera, mi pie ya es grande y no, no se hará pequeño nunca más.

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La Foreys

domingo, 10 de octubre de 2010

Amordazarte no lo haré más

Había querido ocultar las anteriores palabras, no me gusta contar esa parte de mi pasado, pero aquellas letritas cumplieron con uno de sus propósitos, escupir lo que me incomodaba. Y hoy ya puedo respirar con nuevos y “putitos” aires. 

En el camino entendí muchos pedos o a muchos pedos, da igual, uno en específico sin sueños etílicos me dijo que no era él, sino el destino… y así entendí y dejé de llorar.

En el libro sobre duelos que leí en mi “famosa huida” a la tierra alcoholizada de tequila, encontré que los duelos se dan incluso si la persona no se ha ido, porque aunque esté en esencia siempre habrá cambios y uno tiene que aprender a dejar ir a quien es, pero ya no es, ustedes entienden, ¿no?

También entendí lo que me gritaban esas etapas, las que nos dicen que tenemos que vivir, las que nos imponemos, las que surgen, las que están, se van y regresan, esas… esas etapas que nos hacen crecer. Te dejé ir, Morales, y entendí porqué te fuiste, así te dije adiós con un pañuelo blanco y dos lágrimas, únicamente de recuerdo.

Qué vivas intensamente o que vivas lo que necesites y desees, esas etapas que tanto me rogabas por vivir y con las que sólo tú te encarcelabas. Amordazarte no lo haré más, ni a ti ni a tu recuerdo, no es necesario y simplemente ya no quiero, porque te quiero, así de cacofónico el tema.

Gracias, estoy bien.
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La Foreys

martes, 7 de septiembre de 2010

Quisiera lo que sea

Quisiera poner en práctica los consejos de la gente que me quiere, quisiera aceptar lo que ellos dicen... que me merezco algo mejor, que él no era para mí, que es mejor así. Quisiera convencer a mi corazón roto y nervioso que lo es, pero por más que me lo repito, no hay manera, terco, necio, así es mi miocardio.

Porque es hora de autoconvencerme que ya se terminó, que no fui suficiente o... que fui demasiado, eso  ya no importa, como diría mi madre, por las razones que fueran, por "ella",  por "nosotros", por "él", por "mí", por lo que sea... se terminó, se terminó, por Dios, cómo duele.

Quisiera haber hecho algo más, quisiera pensar que no quedó en mi, me reprocho todo el tiempo por lo que no hice y al mismo tiempo me alabo al ver que en medio de mi carencia económica,  en medio de mi lucha por crecer ante todas las adversidades, en medio de eso, le ofrecí todo lo que tenía y más. Y así creció, así aprendió, hice un buen trabajo.

Me ilusioné, torpemente me enamoré y me arrepiento como hoy, espero poder decir en unos días que no, que gané todo porque tuve lo que quise. En fin, hay cosas que no dependen de uno, insisto. Me gusta reír, jugar... lo haré, pero no hoy, hoy es tiempo de llorar mi pérdida, por las razones que sean.

Hoy lloraré todo lo que pueda, pero mañana será otro día. En este caso seguiré el consejo de Felipe, "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy... desde mañana mismo empiezo". ¿Consejos para desahogarme? Lo extraño, no puedo mentir, no sería justo y tampoco puedo mentir al decir que él también me rechazaba en los meses anteriores, igual o distinto a lo que él insiste que yo lo hacía.

Y resalto, lo que sí es cierto es que estoy a años luz de él y ella, que se merecen crecer y prosperar y sufrir como yo lo hice, se lo merecen. Porque ahora en mi abundancia de amor por él y a pesar de todo el dolor no puedo odiarlo, aunque deveras que lo intento. Hasta en eso tiene suerte el cabrón, já.

No puedo... Sí puedo, lo haré.
Te extraño, puto, porque eres un puto y lo sabes, un puto gordito.
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LaForeys

domingo, 5 de septiembre de 2010

Yo sí quería

Yo sí quería una relación y la quería con él. Pretender que en este momento es maravillosa mi soltería me hace sentir como una mentirosa. Una cosa es que acepte que no tengo una relación y que tengo que reaprender a hacer planes sola, pero decir que es lo mejor que pudo haberme pasado, no, ahorita no, gracias.

De verdad, hay cosas que no dependen de uno y este huequito es incómodamente infeliz. Bueno, no sé, igual y no es ese el término, quizá es mejor “raro”. Ya pasará, ya pasará, me dicen y a mí me gustaría hacer “no sé qué” para llegar a “no sé dónde” y sentirme “no sé cómo”.

Maldita sea el tiempo, siempre he vivido acelerada y ahora me siento tan… lenta, distraída, en mi pedo, haciendo bromas y sacando lo mejor que puedo de mí, pero lenta. En fin, “a fuerzas, ni los zapatos”.

LaForeys

viernes, 23 de julio de 2010

Comparaciones

Pierdo tanto tiempo hurgando en la vida de los demás que me olvido de husmear en la mía. Las comparaciones no son justas, uno no analiza la balanza tomando en cuenta los propios logros, por lo general se comparan los “fracasos” con los “éxitos” del otro.

Además, tampoco se ven las circunstancias y el entorno en el que se dieron “las cosas”. Y todo lleva a que compararse en este sentido nunca es bueno. Alguien a quien admiro mucho escribió “no vivas los sueños de los demás”. Estoy de acuerdo.

Y es que en este tema he vuelto una y otra vez… a recapacitar, a frustrarme y a desesperarme por lo que no he hecho, por lo que debo hacer, por quién debo ser… por quién no soy y por quiénes son los demás.

Antes de ser masoquista o inclinarnos por la seductora autocompasión habrá que mirarnos a nosotros mismos antes que al resto de los comensales. Primero, no somos iguales y nunca viviremos lo mismo, aun cuando se compartan las mismas actividades.

Lo más difícil de este proceso es conocernos tan bien que sepamos quiénes somos realmente y hacia dónde nos dirigimos, o al menos qué camino tomar (como en Alicia).

Habrá que ser objetivos si es inevitable el compararnos (estamos tan expuestos a revisar la vida ajena y menospreciarnos), comparar logros con logros. Y aún así no comparar por capacidades, porque pueden ser las mismas, sino por lo que a uno y a otro los hacen más felices.

Pero siempre hay un pero, porque si llegamos a este punto es conveniente admirar los pasos que llevaron a ese camino, incluyendo tropiezos y llevar esos consejos a la práctica.

Escucharme, observarme primero y después a los demás, porque en el juego de las comparaciones a veces nuestros “fracasos” a la vista de los otros, son los logros que nosotros no observamos. Y al final puede ser que también nuestros tropiezos sean sólo orugas transformadas.

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mel

sábado, 15 de mayo de 2010

Yo-yo

Es este mi interés por hablar con silencios y trascender con sonidos, es este mi interés por ser la voz de una palabra.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sin fuerza... bruta

Todo bien, todo bien, pero… qué añito y todavía no termina. Un poco de estabilidad, por favor. No recuerdo haberme sentido así, desganada y sin una idea clara de a dónde ir o por dónde empezar (desconozco el principio, locos).

Ojalá lo de “sin un peso en la bolsa” de la jefatura no pegara tanto. Y ojala los últimos acontecimientos no me hubieran dejado tan cansada con toda esa fuerza bruta que uno tuvo que sacar de sepa dónde para poder seguir “de frente y desafiante”, porque sí, agotada estoy.

Recordar mis tiempos en el periódico me hizo pensar ¿cómo le hice para sobrevivir? Ahora… me cuesta trabajo mentalizarme para encontrar otro punto de partida. Yo sólo pedía “ponme en el camino, yo me encargo del resto” y sabía que contaba con toda la actitud para ponerle ganas a ese resto y aunque sé que “actitud” tengo, viene un poco desgastadita.

Una vez más me aconsejan “tiempo” (para respirar al menos), hace unos meses me habría frustrado por tal consejo, en este momento me da igual el tiempo, es una especie de apatía eufórica, contrastante el asunto. Me aterran cosas que antes no me importaban y lo que antes me dejaba palidezca, ahora está en el limbo.

El no me dejes, no me olvides, tengo miedo, no eran comunes. El especialízate, trabaja, mantente están como esa piedrita incómoda, pero no encuentro en dónde, si en el zapato o en la cabeza. ¿Qué me pasa? Esta mutación de Foreys es… bueno, espero que me lleve a algo mejor.

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Esa Foreys

martes, 30 de noviembre de 2010

Dudas

Las dudas, putas dudas, ¿y si las dudas fueran putas…? En fin, a veces se van con putas por dudas, caray. Yo insistía en no quererme casar por no sé, no sabía, ahora quién sabe si sé, pero una respuesta encontré: por las dudas.

Quería echarle la culpa a las de los demás, pero le echaré la culpa a las mías, creo. Siempre tengo toda la intención (aunque lo niegue, lo nigue, lo niegue) de querer casarme, pero aunque dé todo lo que considero puedo dar, lo que estoy dispuesta a hacer, siempre hay dudas, de uno u otro lado.

Me ha tocado estar del bando de los no indecisos, o sea, de los que están “seguros”. Pero a la hora de los trancazos, en mi caso, la balanza se vuelve loca, un poco dispersa diría yo… que si es porque no había, que si es porque había alguien más, ¿y yo? Ahí estoy yo, el hecho de que no vea no significa que no me vean, ¿o sí?

Quiero estar contigo, por favor inclínate por un “sí” o por un “no”, porque el pensar que dudas mata un poco, sólo un poco, bueno…. Un bastante. Lo que te digo es, lo que pienso es, lo que hago es, ¿qué necesitas? Yo quiero ser feliz y te invito a compartirlo conmigo, ¿quieres?

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Tu Foreys

martes, 2 de noviembre de 2010

Un amor inmortal

Catalina miraba con devoción el pequeño altar a Aniceto, las velas iluminaban su rostro lleno de arrugas y las lágrimas que cubrían sus ojos caían una a una sobre las flores mientras murmuraba una oración. Al terminar, tomó en sus manos una vieja fotografía arruinada por el tiempo y la besó. Por unos segundos permaneció en ese lugar con una melancolía que estremecía el cuerpo.

Aniceto había muerto hacía diez años. Recuerdo que los veía pasear en las tardes tomados de la mano y a paso lento, sus cabellos canosos eran símbolo de madurez, pero llevaban una felicidad envidiable. Hoy es 2 de noviembre. Catalina colocó una ofrenda con claveles rojos, y lo que a él le solía gustar estaba allí dándole la bienvenida. Ella lo aguardaba con una sonrisa de esperanza, pasó la noche sentada en una mecedora y durmió. Al amanecer la encontraron fría pero con los labios tibios, había muerto con el dulce beso de Aniceto.


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2 de noviembre 2010

viernes, 22 de octubre de 2010

Peso mosca

No sé cuál sea el peso de casi cuatro años, creo que en general llevo muy ligero mi pasado. Sé lo importante que fue ese tiempo, lo que viví y aprendí a mejorar de mi personita, pero eso es una carga peso mosca, no porque no sea importante, sino por lo libre que me dejó ser, sin ataduras, sin sueños rotos (sólo transformados), sin torturas y también con algunos “con”... con suerte, seguridad, aprendizaje, amor.

Lo que pienso ahora ya no anda jugueteando entre el ayer o el antier. Me siento, justo en este momento, como en una realidad alterna. A veces intento regresar al pasado para espiar un poquito, para saber si mueve fibras sensibles, pero no, parece como si hubiera sido otra persona y lo que veo en ese flash back es sólo una película en mi cabeza, de esas con las que te sientes la protagonista, pero al final sólo es un breve trip.

También sé que no deseo regresar, que ya estoy cansada de dorar la píldora más de lo necesario. Añorar lo que se tuvo y lo que no ya no es tan placentero, si voy a loopear que sean los chistes y ya. Aunque claro, esos cuatro años dejaron algunos estragos, con apariencia microscópicamente gigante (sí, gigante) y esos sí pesan y mucho, porque son negativos y muy ojetes, pero eso se me olvida muy seguido, así que feliz estoy.

Creo que la razón por la que no están tan presentes esos años en mí es porque fue mucho, mucho dolor (no quería usar esa palabra, pero no había otra) y como Gabi lo dijo, fue muy purificador, cambié muchísimo. No es resentimiento lo que siento por él, simplemente tomé mis maletitas, los cachitos de mi corazón, los tomé con fuerza y me fui sin mirar atrás, por aquello de convertirnos en piedra.

Ahí se quedó él, atrás, y ahí lo voy a dejar ya no porque duela, sino porque hoy sigo caminando para cantar nuevas historias. A su retrato-recuerdo que guardo en alguna parte de mi memoria le dedico una sonrisa, le dibujo una canción y así simplemente le digo adiós. Una despedida como la de los zapatitos de 3 años que quise con todo el corazón, pero que sé no me los voy a volver a poner, porque aunque quiera, mi pie ya es grande y no, no se hará pequeño nunca más.

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La Foreys

domingo, 10 de octubre de 2010

Amordazarte no lo haré más

Había querido ocultar las anteriores palabras, no me gusta contar esa parte de mi pasado, pero aquellas letritas cumplieron con uno de sus propósitos, escupir lo que me incomodaba. Y hoy ya puedo respirar con nuevos y “putitos” aires. 

En el camino entendí muchos pedos o a muchos pedos, da igual, uno en específico sin sueños etílicos me dijo que no era él, sino el destino… y así entendí y dejé de llorar.

En el libro sobre duelos que leí en mi “famosa huida” a la tierra alcoholizada de tequila, encontré que los duelos se dan incluso si la persona no se ha ido, porque aunque esté en esencia siempre habrá cambios y uno tiene que aprender a dejar ir a quien es, pero ya no es, ustedes entienden, ¿no?

También entendí lo que me gritaban esas etapas, las que nos dicen que tenemos que vivir, las que nos imponemos, las que surgen, las que están, se van y regresan, esas… esas etapas que nos hacen crecer. Te dejé ir, Morales, y entendí porqué te fuiste, así te dije adiós con un pañuelo blanco y dos lágrimas, únicamente de recuerdo.

Qué vivas intensamente o que vivas lo que necesites y desees, esas etapas que tanto me rogabas por vivir y con las que sólo tú te encarcelabas. Amordazarte no lo haré más, ni a ti ni a tu recuerdo, no es necesario y simplemente ya no quiero, porque te quiero, así de cacofónico el tema.

Gracias, estoy bien.
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La Foreys

martes, 7 de septiembre de 2010

Quisiera lo que sea

Quisiera poner en práctica los consejos de la gente que me quiere, quisiera aceptar lo que ellos dicen... que me merezco algo mejor, que él no era para mí, que es mejor así. Quisiera convencer a mi corazón roto y nervioso que lo es, pero por más que me lo repito, no hay manera, terco, necio, así es mi miocardio.

Porque es hora de autoconvencerme que ya se terminó, que no fui suficiente o... que fui demasiado, eso  ya no importa, como diría mi madre, por las razones que fueran, por "ella",  por "nosotros", por "él", por "mí", por lo que sea... se terminó, se terminó, por Dios, cómo duele.

Quisiera haber hecho algo más, quisiera pensar que no quedó en mi, me reprocho todo el tiempo por lo que no hice y al mismo tiempo me alabo al ver que en medio de mi carencia económica,  en medio de mi lucha por crecer ante todas las adversidades, en medio de eso, le ofrecí todo lo que tenía y más. Y así creció, así aprendió, hice un buen trabajo.

Me ilusioné, torpemente me enamoré y me arrepiento como hoy, espero poder decir en unos días que no, que gané todo porque tuve lo que quise. En fin, hay cosas que no dependen de uno, insisto. Me gusta reír, jugar... lo haré, pero no hoy, hoy es tiempo de llorar mi pérdida, por las razones que sean.

Hoy lloraré todo lo que pueda, pero mañana será otro día. En este caso seguiré el consejo de Felipe, "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy... desde mañana mismo empiezo". ¿Consejos para desahogarme? Lo extraño, no puedo mentir, no sería justo y tampoco puedo mentir al decir que él también me rechazaba en los meses anteriores, igual o distinto a lo que él insiste que yo lo hacía.

Y resalto, lo que sí es cierto es que estoy a años luz de él y ella, que se merecen crecer y prosperar y sufrir como yo lo hice, se lo merecen. Porque ahora en mi abundancia de amor por él y a pesar de todo el dolor no puedo odiarlo, aunque deveras que lo intento. Hasta en eso tiene suerte el cabrón, já.

No puedo... Sí puedo, lo haré.
Te extraño, puto, porque eres un puto y lo sabes, un puto gordito.
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LaForeys

domingo, 5 de septiembre de 2010

Yo sí quería

Yo sí quería una relación y la quería con él. Pretender que en este momento es maravillosa mi soltería me hace sentir como una mentirosa. Una cosa es que acepte que no tengo una relación y que tengo que reaprender a hacer planes sola, pero decir que es lo mejor que pudo haberme pasado, no, ahorita no, gracias.

De verdad, hay cosas que no dependen de uno y este huequito es incómodamente infeliz. Bueno, no sé, igual y no es ese el término, quizá es mejor “raro”. Ya pasará, ya pasará, me dicen y a mí me gustaría hacer “no sé qué” para llegar a “no sé dónde” y sentirme “no sé cómo”.

Maldita sea el tiempo, siempre he vivido acelerada y ahora me siento tan… lenta, distraída, en mi pedo, haciendo bromas y sacando lo mejor que puedo de mí, pero lenta. En fin, “a fuerzas, ni los zapatos”.

LaForeys

viernes, 23 de julio de 2010

Comparaciones

Pierdo tanto tiempo hurgando en la vida de los demás que me olvido de husmear en la mía. Las comparaciones no son justas, uno no analiza la balanza tomando en cuenta los propios logros, por lo general se comparan los “fracasos” con los “éxitos” del otro.

Además, tampoco se ven las circunstancias y el entorno en el que se dieron “las cosas”. Y todo lleva a que compararse en este sentido nunca es bueno. Alguien a quien admiro mucho escribió “no vivas los sueños de los demás”. Estoy de acuerdo.

Y es que en este tema he vuelto una y otra vez… a recapacitar, a frustrarme y a desesperarme por lo que no he hecho, por lo que debo hacer, por quién debo ser… por quién no soy y por quiénes son los demás.

Antes de ser masoquista o inclinarnos por la seductora autocompasión habrá que mirarnos a nosotros mismos antes que al resto de los comensales. Primero, no somos iguales y nunca viviremos lo mismo, aun cuando se compartan las mismas actividades.

Lo más difícil de este proceso es conocernos tan bien que sepamos quiénes somos realmente y hacia dónde nos dirigimos, o al menos qué camino tomar (como en Alicia).

Habrá que ser objetivos si es inevitable el compararnos (estamos tan expuestos a revisar la vida ajena y menospreciarnos), comparar logros con logros. Y aún así no comparar por capacidades, porque pueden ser las mismas, sino por lo que a uno y a otro los hacen más felices.

Pero siempre hay un pero, porque si llegamos a este punto es conveniente admirar los pasos que llevaron a ese camino, incluyendo tropiezos y llevar esos consejos a la práctica.

Escucharme, observarme primero y después a los demás, porque en el juego de las comparaciones a veces nuestros “fracasos” a la vista de los otros, son los logros que nosotros no observamos. Y al final puede ser que también nuestros tropiezos sean sólo orugas transformadas.

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mel

sábado, 15 de mayo de 2010

Yo-yo

Es este mi interés por hablar con silencios y trascender con sonidos, es este mi interés por ser la voz de una palabra.