viernes, 30 de diciembre de 2011

La gota que derrama el vaso

Mal, mal, muchachita, muy mal, desahogarse con la última fregadera que le hacen y la que resulta ser la más insignificante, la más pobre y la que en realidad no tiene razón de ser… es desahogarse a lo estúpido.

Cuántas veces he tenido que aguantar y no “hablar a tiempo”, pasando por alto dichos y hechos y a la menor provocación, con la “gotita que derrama el vaso” exploto. Sí, pero hay un chingo de gotitas antes que llenan el vaso y que en ese momento no se ven.

Entonces, la que queda como tarada y loca frente a los hechos presentes, sí, soy yo. Lo malo es que ni siquiera me siento tan a gusto con el desahogue, porque resulta que sé que respecto a esa pequeña cosita por la que exploté, terminaré perdiendo en la batalla de argumentos.

Me aguanto en determinados y pequeños instantes porque a esos momentos no les doy importancia, pero cuando son uno, tras otro, más otro, más otro, y así sucesivamente… No, ya no está padre, a una la agarran de su “puerquito”.

Al final cuando me quejo, la respuesta es: La culpa es tuya por no parar, la culpa es tuya por no hablar, la culpa es tuya por no poner límites. ¿La culpa es mía? Alguna vez me dijeron: “Mel, en la vida hay cabrones o pendejos y tú no eres cabrona”. ¿Ah, sí? No, no quiero ser cabrona, pero tampoco soy pendeja.

No molestar gente, respetar, divertirme ridiculizándome porque así es la vida, ofrecer quién soy y cómo soy así nomás, no les da el derecho a exigirme, a molestarme, a pasarse de listos. Yo no voy a ser como quien hace chingaderas, porque yo no soy así. Así que si me hago a un ladito, luego no pregunten por qué.

La gota que derrama el vaso, sí, puede ser la más insignificante, pero es con la que digo “adiós”. Al final, yo vivo tranquila y feliz siendo como soy. Váyanse a donde su progenitora e importúnenla severamente los que se dicen “cabrones” y no son más que “pendejos”.

Gracias.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Poco a poco...

Llegaremos lejos, ¿verdad mi pequeña foca? Por cierto, me hiciste el mes permitíéndome ser tu voz.

¡Regalemos cabezas de pescado!


viernes, 30 de diciembre de 2011

La gota que derrama el vaso

Mal, mal, muchachita, muy mal, desahogarse con la última fregadera que le hacen y la que resulta ser la más insignificante, la más pobre y la que en realidad no tiene razón de ser… es desahogarse a lo estúpido.

Cuántas veces he tenido que aguantar y no “hablar a tiempo”, pasando por alto dichos y hechos y a la menor provocación, con la “gotita que derrama el vaso” exploto. Sí, pero hay un chingo de gotitas antes que llenan el vaso y que en ese momento no se ven.

Entonces, la que queda como tarada y loca frente a los hechos presentes, sí, soy yo. Lo malo es que ni siquiera me siento tan a gusto con el desahogue, porque resulta que sé que respecto a esa pequeña cosita por la que exploté, terminaré perdiendo en la batalla de argumentos.

Me aguanto en determinados y pequeños instantes porque a esos momentos no les doy importancia, pero cuando son uno, tras otro, más otro, más otro, y así sucesivamente… No, ya no está padre, a una la agarran de su “puerquito”.

Al final cuando me quejo, la respuesta es: La culpa es tuya por no parar, la culpa es tuya por no hablar, la culpa es tuya por no poner límites. ¿La culpa es mía? Alguna vez me dijeron: “Mel, en la vida hay cabrones o pendejos y tú no eres cabrona”. ¿Ah, sí? No, no quiero ser cabrona, pero tampoco soy pendeja.

No molestar gente, respetar, divertirme ridiculizándome porque así es la vida, ofrecer quién soy y cómo soy así nomás, no les da el derecho a exigirme, a molestarme, a pasarse de listos. Yo no voy a ser como quien hace chingaderas, porque yo no soy así. Así que si me hago a un ladito, luego no pregunten por qué.

La gota que derrama el vaso, sí, puede ser la más insignificante, pero es con la que digo “adiós”. Al final, yo vivo tranquila y feliz siendo como soy. Váyanse a donde su progenitora e importúnenla severamente los que se dicen “cabrones” y no son más que “pendejos”.

Gracias.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Poco a poco...

Llegaremos lejos, ¿verdad mi pequeña foca? Por cierto, me hiciste el mes permitíéndome ser tu voz.

¡Regalemos cabezas de pescado!