domingo, 12 de mayo de 2013

#Bodasaurios, ya neteando


Sólo podría describirlo así: Increíble, increíble, nuestra boda estuvo INCREÍBLE. Aunque el día se me pasó en un pestañeo casual, no pudimos haber tenido mejor momento. Disfruté desde que abrí los ojos a eso de las 3 de la mañana, hasta que terminamos él y yo platicando (sí, platicando) de lo mucho que nos amamos.

La semana previa en realidad se me pasó lentísima, podría explicar el sentimiento como cuando esperas a los reyes, con ansia, con nervios, con tantas ganas. El 4 de mayo me levanté muy temprano, con un montón de alboroto, mi familia corriendo, y entre maquillaje y peinado (gracias, Fer) el tiempo de partir llegó. Por fin... ¡llegó!

Moría de ganas de verlo al final de la iglesia con su outfit y sus converse, moría de ganas de abrazarlo y darle un besito en el cuello. No lo vi al final de la iglesia, lo vi al principio y medio lo vi porque traía el velo en la cara y medio ciega, efectivamente no veía mucho. El orden para entrar a la iglesia no fue el que esperaba, el padre organizó todo, pero estuvo bien.

Llegué tarde, tradición entre las novias, aunque de verdad estuve lista en tiempo y forma como debe de ser, da igual, llegué y fue maravilloso. En lugar de entregarme papá, lo hizo junto a mamá, cosa que fue súper linda, los dos quienes han sido pilar fundamental de lo que soy ahora estaban ahí para extender mis manos y entregárselas al changuito de mi vida, lo vi emocionado y se me llenó el corazón de punzaditas inexplicables.

La misa estuvo súper linda, al ver a nuestros padres leer las lecturas que escogimos, me dieron ganas de saltarme el banquito e ir a llenarlos de besos, pero no estaba borracha y esas cosas uno no las hace en sus cinco sentidos. Mi madre, la persona con la voz más dulce que he oído en la vida terminó de pronunciar las palabras que marcarán nuestro matrimonio: “El amor dura por siempre”.

Cuando llegó el momento de darnos las manos y decir lo que todo mundo nos sabemos, el sí acepto y así, decidí echarle crema a mis tacos y expresarlo como lo sé hacer, con el énfasis adecuado en la parte adecuada, así terminé diciendo con el corazón y con el alma “todos los días de mi vida”.  Changuito, le pondré huevos para que así sea.

Las personas más importantes de nuestras vidas estuvieron ahí, formando parte de una ceremonia que llevaré en el alma. Nuestras familias nos mostraron que si actúas con amor, nada podrá salir mal. Papá, mamá, hermana, en ambos casos, ahí frente al altar a nuestro lado sonriendo por nosotros.

Nuestros padrinos, Lety y Javier, se han convertido en mi familia, qué bien se siente tenerlos en nuestras vidas, ellos que con su hermosa familia son ejemplo de lo que quiero llegar a ser. Paco, Jesi, Chícharo y Jackie son también hermanitos para mí, crezco con ustedes, comparto postres con ustedes y sencillamente las tardes en bici no serían las mismas sin su alegría.

Gabi, Edgar, Marianita son y serán siempre mis hermanitos, los que no me fallan, los que están ahí a pesar de tantas diferencias, los que caminaron conmigo al altar y sonrieron al verme feliz, me atrevo a decir que también lloraron de emoción, no se hagan. Por cierto, el lazo estuvo osom y el ramo que le entregamos a la virgen no pudo ser más perfecto.

Cintio, Toño y Rorris, me robo el himno del chango al decir  “a mí me volvió loca su forma de ser”. Neta, son increíbles, yo soy la metiche de su gran círculo de amortz y qué chingón se siente ser bien recibida. Empezar así un matrimonio está de huevos, hoy por hoy los amo y punto. Los anillos y arras son tan bonitos que siento cosquillas en la panza cada vez que los veo.

A Marina le dedico unas líneas especiales porque a pesar de ser tan poco tiempo de conocernos, ha hecho por nosotros cosas que no sólo se agradecen, se aman y se respetan porque personas como ella no nos las encontramos a montones, porque ella es realmente auténtica. Gracias, loca, por estar con nosotros.

Recibimos la bendición más grande como pareja, somos ahora un matrimonio con todo lo que ello representa. Jamás olvidaremos los aplausos al terminar la misa, nunca nos dimos cuenta de cuántas personas estaban, cuando entramos sólo podíamos ver el final donde estaban nuestras sillitas, sólo podíamos sentir nervios y cosquillas por todos lados, pero al final cuando todo terminó y nos dimos cuenta, estábamos casados, con la iglesia llena y con sonrisas por doquier.

Pétalos de rosa blancos y rojos enmarcarán la historia de Los Saurios, porque lo mejor está por venir...



LA FIESTOTA

Para mí nada salió mal, sí... hubo cambio de planes, de asientos, se desconocieron bebidas, bla, bla, bla, pero realmente nada lo planeé tan formalmente, al menos en mi caso. Yo quería casarme con el chango de mi vida, tener un vestido hermoso, tener una fiesta llena de personas increíbles y lo tuve.

Lo tuve a él haciendo una promesa de amor, los tuve a todos los presentes siendo felices por dicha promesa y tuve mi sueño de princesa con pastelitos incluídos. De principio a fin lo disfruté: esperar a que todos estuvieran listos y entrar caminando, la comida, la bebida, los cupcakes (gracias Mich y Thalya), la música, los abrazos, las palabras de amor.

Mi parte favorita fue ver cantar al changuito, no mam... la inche sorpresota que me dió, jamás olvidaré verlo tocar la guitarra, cantando para mí, sólo para mí, los demás qué (¡jhá!). Andar como loquita de mesa en mesa, haciendo bromas, comiendo, bebiendo a madres, la fiesta estuvo así o más osom.

Gracias a Tiuchis, Gus, Grovas, Thalya y Niche (en representación) por el tequila, por echarle tantas ganas a compartir y convivir con mi nueva familia, por ser así de transparentes, locos y fiesteros. Toda el apoyo fue fantabuloso, puedo decir que no aportaron un granito de arena, sino todo un camión de volteo. 

Personas que nunca creí, estuvieron ahí y me demostraron que estoy haciendo las cosas bien, que seguir actuando con honestidad y con amor es una de las mejores formas de vivir. Si me preguntan, neteé muy cabrón, a todos les di las gracias, les dije el clásico “te quiero musho”, pero de verdad lo hice con el alma, les dije, medio borracha, lo importantes que son para mí. Qué mejor momento para netear que ese.

Me siento muy querida y bien recibida en la familia Zárate Altamirano, escogí bien y entendí por qué lo hice, todo lo que salga de esa familia tiene que ser espectacular porque ellos así lo son, por eso el chango es como es, así entendí que a pesar de mi miopía, abrí los ojos muy a tiempo para ver el partidazo que tenía enfrente. Dios, el destino y el amor lo puso frente a mí y no podía ser tan tonta de no agarrarlo a besos y decir “sí, acepto”.

Y bueno, así existieron momentos súper shingones durante la fiesta, ver disfrutar a los invitados de los marquitos que hicimos para que se tomaran fotos, que leyeran las frases de la entrada y sonrieran, que comieran súper rico, verlos bailar, ¡afaaaa qué shingón estuvo! La mejor parte fue verlos aguantar hasta el final, damas y caballeros, mis respetos.

Todo fue muy rápido, pero cada momento fue especial. Tengo para comentarles muchísimos, ahora sólo quiero mencionar el momento en el que el chango y yo sentados en el piso, él sin un zapato y yo con una rosa en la boca, estuvimos rodeados por personitas increíbles. Yo estaba en mi momento, besándolo y así, pero cuando nos pararon y volteé a ver quiénes estaban haciéndonos un círculo y abrazándonos como locos, me di cuenta que somos inmensamente bendecidos.

La fiesta se terminó y recuerdo haber llorado por dos personas, por mi hermana y por mi primo, lejos están y no puedo superar su distancia, pero agradeceré a Dios el habernos tenido conmigo esas más de 12 horas, porque crecí junto a ellos y les lloraré las veces que tenga que hacerlo al despedirme, porque vale la pena llorar por amor.

En fin, se acabó nuestra semana, entre la fiesta, la luna de miel, el abrir regalos, el volver a nuestra rutina diaria. ¡Qué sueño tan grande se cumplió! Ahora, a ponerle huevos, al sartén y a la vida para que la familia ZÁRATE FOREY sea inmensamente feliz.

Son todos ustedes unos chingones por estar siempre.

Ámonos viejo, porque a partir de hoy... comienza el resto de nuestras vidas.

¡TE AMO, VIDA!



*Gracias a todos los que forman parte de esta historia, gracias por sus regalos, gracias por su tiempo, gracias por sus fotos (que me robé para este post), gracias por tantas bendiciones.


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domingo, 12 de mayo de 2013

#Bodasaurios, ya neteando


Sólo podría describirlo así: Increíble, increíble, nuestra boda estuvo INCREÍBLE. Aunque el día se me pasó en un pestañeo casual, no pudimos haber tenido mejor momento. Disfruté desde que abrí los ojos a eso de las 3 de la mañana, hasta que terminamos él y yo platicando (sí, platicando) de lo mucho que nos amamos.

La semana previa en realidad se me pasó lentísima, podría explicar el sentimiento como cuando esperas a los reyes, con ansia, con nervios, con tantas ganas. El 4 de mayo me levanté muy temprano, con un montón de alboroto, mi familia corriendo, y entre maquillaje y peinado (gracias, Fer) el tiempo de partir llegó. Por fin... ¡llegó!

Moría de ganas de verlo al final de la iglesia con su outfit y sus converse, moría de ganas de abrazarlo y darle un besito en el cuello. No lo vi al final de la iglesia, lo vi al principio y medio lo vi porque traía el velo en la cara y medio ciega, efectivamente no veía mucho. El orden para entrar a la iglesia no fue el que esperaba, el padre organizó todo, pero estuvo bien.

Llegué tarde, tradición entre las novias, aunque de verdad estuve lista en tiempo y forma como debe de ser, da igual, llegué y fue maravilloso. En lugar de entregarme papá, lo hizo junto a mamá, cosa que fue súper linda, los dos quienes han sido pilar fundamental de lo que soy ahora estaban ahí para extender mis manos y entregárselas al changuito de mi vida, lo vi emocionado y se me llenó el corazón de punzaditas inexplicables.

La misa estuvo súper linda, al ver a nuestros padres leer las lecturas que escogimos, me dieron ganas de saltarme el banquito e ir a llenarlos de besos, pero no estaba borracha y esas cosas uno no las hace en sus cinco sentidos. Mi madre, la persona con la voz más dulce que he oído en la vida terminó de pronunciar las palabras que marcarán nuestro matrimonio: “El amor dura por siempre”.

Cuando llegó el momento de darnos las manos y decir lo que todo mundo nos sabemos, el sí acepto y así, decidí echarle crema a mis tacos y expresarlo como lo sé hacer, con el énfasis adecuado en la parte adecuada, así terminé diciendo con el corazón y con el alma “todos los días de mi vida”.  Changuito, le pondré huevos para que así sea.

Las personas más importantes de nuestras vidas estuvieron ahí, formando parte de una ceremonia que llevaré en el alma. Nuestras familias nos mostraron que si actúas con amor, nada podrá salir mal. Papá, mamá, hermana, en ambos casos, ahí frente al altar a nuestro lado sonriendo por nosotros.

Nuestros padrinos, Lety y Javier, se han convertido en mi familia, qué bien se siente tenerlos en nuestras vidas, ellos que con su hermosa familia son ejemplo de lo que quiero llegar a ser. Paco, Jesi, Chícharo y Jackie son también hermanitos para mí, crezco con ustedes, comparto postres con ustedes y sencillamente las tardes en bici no serían las mismas sin su alegría.

Gabi, Edgar, Marianita son y serán siempre mis hermanitos, los que no me fallan, los que están ahí a pesar de tantas diferencias, los que caminaron conmigo al altar y sonrieron al verme feliz, me atrevo a decir que también lloraron de emoción, no se hagan. Por cierto, el lazo estuvo osom y el ramo que le entregamos a la virgen no pudo ser más perfecto.

Cintio, Toño y Rorris, me robo el himno del chango al decir  “a mí me volvió loca su forma de ser”. Neta, son increíbles, yo soy la metiche de su gran círculo de amortz y qué chingón se siente ser bien recibida. Empezar así un matrimonio está de huevos, hoy por hoy los amo y punto. Los anillos y arras son tan bonitos que siento cosquillas en la panza cada vez que los veo.

A Marina le dedico unas líneas especiales porque a pesar de ser tan poco tiempo de conocernos, ha hecho por nosotros cosas que no sólo se agradecen, se aman y se respetan porque personas como ella no nos las encontramos a montones, porque ella es realmente auténtica. Gracias, loca, por estar con nosotros.

Recibimos la bendición más grande como pareja, somos ahora un matrimonio con todo lo que ello representa. Jamás olvidaremos los aplausos al terminar la misa, nunca nos dimos cuenta de cuántas personas estaban, cuando entramos sólo podíamos ver el final donde estaban nuestras sillitas, sólo podíamos sentir nervios y cosquillas por todos lados, pero al final cuando todo terminó y nos dimos cuenta, estábamos casados, con la iglesia llena y con sonrisas por doquier.

Pétalos de rosa blancos y rojos enmarcarán la historia de Los Saurios, porque lo mejor está por venir...



LA FIESTOTA

Para mí nada salió mal, sí... hubo cambio de planes, de asientos, se desconocieron bebidas, bla, bla, bla, pero realmente nada lo planeé tan formalmente, al menos en mi caso. Yo quería casarme con el chango de mi vida, tener un vestido hermoso, tener una fiesta llena de personas increíbles y lo tuve.

Lo tuve a él haciendo una promesa de amor, los tuve a todos los presentes siendo felices por dicha promesa y tuve mi sueño de princesa con pastelitos incluídos. De principio a fin lo disfruté: esperar a que todos estuvieran listos y entrar caminando, la comida, la bebida, los cupcakes (gracias Mich y Thalya), la música, los abrazos, las palabras de amor.

Mi parte favorita fue ver cantar al changuito, no mam... la inche sorpresota que me dió, jamás olvidaré verlo tocar la guitarra, cantando para mí, sólo para mí, los demás qué (¡jhá!). Andar como loquita de mesa en mesa, haciendo bromas, comiendo, bebiendo a madres, la fiesta estuvo así o más osom.

Gracias a Tiuchis, Gus, Grovas, Thalya y Niche (en representación) por el tequila, por echarle tantas ganas a compartir y convivir con mi nueva familia, por ser así de transparentes, locos y fiesteros. Toda el apoyo fue fantabuloso, puedo decir que no aportaron un granito de arena, sino todo un camión de volteo. 

Personas que nunca creí, estuvieron ahí y me demostraron que estoy haciendo las cosas bien, que seguir actuando con honestidad y con amor es una de las mejores formas de vivir. Si me preguntan, neteé muy cabrón, a todos les di las gracias, les dije el clásico “te quiero musho”, pero de verdad lo hice con el alma, les dije, medio borracha, lo importantes que son para mí. Qué mejor momento para netear que ese.

Me siento muy querida y bien recibida en la familia Zárate Altamirano, escogí bien y entendí por qué lo hice, todo lo que salga de esa familia tiene que ser espectacular porque ellos así lo son, por eso el chango es como es, así entendí que a pesar de mi miopía, abrí los ojos muy a tiempo para ver el partidazo que tenía enfrente. Dios, el destino y el amor lo puso frente a mí y no podía ser tan tonta de no agarrarlo a besos y decir “sí, acepto”.

Y bueno, así existieron momentos súper shingones durante la fiesta, ver disfrutar a los invitados de los marquitos que hicimos para que se tomaran fotos, que leyeran las frases de la entrada y sonrieran, que comieran súper rico, verlos bailar, ¡afaaaa qué shingón estuvo! La mejor parte fue verlos aguantar hasta el final, damas y caballeros, mis respetos.

Todo fue muy rápido, pero cada momento fue especial. Tengo para comentarles muchísimos, ahora sólo quiero mencionar el momento en el que el chango y yo sentados en el piso, él sin un zapato y yo con una rosa en la boca, estuvimos rodeados por personitas increíbles. Yo estaba en mi momento, besándolo y así, pero cuando nos pararon y volteé a ver quiénes estaban haciéndonos un círculo y abrazándonos como locos, me di cuenta que somos inmensamente bendecidos.

La fiesta se terminó y recuerdo haber llorado por dos personas, por mi hermana y por mi primo, lejos están y no puedo superar su distancia, pero agradeceré a Dios el habernos tenido conmigo esas más de 12 horas, porque crecí junto a ellos y les lloraré las veces que tenga que hacerlo al despedirme, porque vale la pena llorar por amor.

En fin, se acabó nuestra semana, entre la fiesta, la luna de miel, el abrir regalos, el volver a nuestra rutina diaria. ¡Qué sueño tan grande se cumplió! Ahora, a ponerle huevos, al sartén y a la vida para que la familia ZÁRATE FOREY sea inmensamente feliz.

Son todos ustedes unos chingones por estar siempre.

Ámonos viejo, porque a partir de hoy... comienza el resto de nuestras vidas.

¡TE AMO, VIDA!



*Gracias a todos los que forman parte de esta historia, gracias por sus regalos, gracias por su tiempo, gracias por sus fotos (que me robé para este post), gracias por tantas bendiciones.


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