Me fascina aferrarme a los recuerdos, por eso colecciono
fotos descomunalmente (creo), por eso guardo
cada cartita, ticket, boleto que me haga recordar lo que viví y cómo lo viví. Me
gusta, me gusta mucho, tanto que podría vivir una noche de pasión con algunos
boletos de subte bonarenses (nada de
fetichismos, eh).
Creí que era de las personas que llevan muy ligero su
pasado, pero no, todo (aunque sea en gramitos) lleva una carga. Bueno, a veces
me miento a mí misma, por convivir conmigo misma, clásico mecanismo de
autodefensa. De todo eso, la parte que me está desquiciando en este momento es
la de extrañar.
Recuerdo haber leído mucho sobre los duelos, esto fue cuando
perdí por primera vez lo que creía mío, en aquel entonces entendí que fue
frustración, ataques al ego, ignorancia y dependencia. Pero al parecer no
entendí muy bien eso de vivir duelos incluso si la persona no se ha ido. Me cuesta
trabajo asimilar los cambios en las personas, porque recuerdo y recordar me
hace extrañar.
Ahora me viene a la mente lo que un amigo me dijo: “Las
personas no cambian, sólo cambian sus reacciones a determinados momentos en la
vida”. En realidad, las palabras de mi amigo siempre las aplicaba a terceras
personas y es hoy cuando las empiezo a aplicar a mí.
Tengo dos razones por las que escribo esto: Necesito
aprender a dejar ir a la Melanie que ya no es y dejar de extrañarla para sólo
recordarla. Hoy soy mejor que antes, por mucho, pero gracias a la mocosa
introvertida y cuatro ojos que nunca volverá. Y la segunda, también necesito
dejar ir a las personas que siguen a mi lado, pero al igual que yo, ya no son
lo que eran. Así, empezar a amar con todas mis fuerzas en ambos sentidos.
Estoy de acuerdo con mi amigo, no cambiamos, pero no lo
hacemos en esencia y lo que nos pasa y el modo en el que reaccionamos ante ello
sí nos hace ser distintos. Aferrarme a recuerdos ya no está chido cuando
empieza a ganar la frustración por “el antes” en lugar de aceptar los nuevos
retos.
Te digo “adiós”, para decirte “hola” otra vez (aunque lo
haya dicho cerca de mil ocho mil veces).
No me doy por vencida, todavía no.
…