miércoles, 27 de mayo de 2015

No soy chica de ciudad

En muchas ocasiones he pensado que no pertenezco a la ciudad, pero no sé si sea en específico al D.F. En fin, ahora sólo pienso que es esta ciudad, pero no es que la odie o no me guste nada. De hecho, me ha dado muchos buenos momentos, simplemente no creo que sea un sitio para mí.

La historia es: Crecí cerca de la ciudad, pero tuve el privilegio de estar en un lugar en el que no existía el tráfico, en el que podía ir en bicicleta a la escuela, en el que no veía a tanta gente estresada y en el que jugar al aire libre era lo más increíble del mundo mundial.

Hasta la fecha me siento orgullosa cuando me llaman “de pueblo” o “pueblerina”; es cierto, tiene cierto aire despectivo, pero yo no lo veo así, de hecho cada vez que me lo dicen me recuerda de dónde vengo y lo feliz que fui en “mi pueblo”.

¿Por qué creo que no soy de la ciudad después de 13 años de vivir en ella? Porque cuando me despierto no escucho pajaritos, no huele a mañanita limpiecita. Aquí en la ciudad, escucho sirenas, autos, gente hablando y gritando, aquí huele a sucio y todo eso me hace sentir estresada, incómoda y a veces, triste.

En la ciudad no es tan fácil trasladarse en bici, por el temor a los automovilistas, pero en mi pueblo era más fácil moverse entre calles y llegabas en minutos a donde quisieras. Las personas no estaban tan estresadas, el tiempo no se iba tan rápido, no había camiones atascados con gente empujándose y diciéndose groserías.

Quizá era pequeña y no conocía el mundo de los “adultos” del pueblo, pero neta, no veía a tantas personas intensas por conseguir dinero, dinero, dinero (jeje), un buen trabajo, un departamento cool, hacer negocios y llevar un status quo “interesante”. No creo que esté mal, simplemente no es lo mío.

Yo prefiero salir a caminar y oler a campo, a tierra mojada. Prefiero desayunar escuchando la radio y sin estresarme porque voy a llegar tarde a mi trabajo. No me interesa un cine o supermercado cerca de mi casa, ni llevar a mis hijos a escuelas carísimas. No quiero comprar un departamento a pagar en años (que se sienten como siglos), tampoco me interesa tener un puesto ejecutivo y ser jefa como meta principal.

Detesto tener que subirme todos los días a un transporte público atascado, hacer largas filas, soportar el tráfico, oler a cloacas y perder el tiempo en todo eso. No me gusta vivir preocupada por “no llegar a la quincena”, y aunque puedo darme pequeños lujitos, sólo puede ser el fin de semana y ni siquiera, porque termino tan exhausta que no disfruto de las “bellezas de la ciudad”.

Me quedo encerrada días y días en una oficina, en un departamento pequeño, porque las casas son carísimas, porque no me alcanza para un depa más grande. No puedo ver tan seguido a mis amigos porque es casi imposible con los traslados y la vida tan agitada de cada uno.

Parece que estoy menospreciando por mucho la ciudad, pero no me malinterpreten, hay personas que la aman y entiendo por qué (o creo entender), ese “glamour” en lo que tienes acceso a ver y disfrutar: conciertos, grandes edificios, vida cultural, trabajos de envidia, colonias con ese toque bohemio-poser-hipster-encantador; en fin,  porque todo llega aquí, porque todo está aquí (en teoría).

Pero yo aspiro a una vida como la que me recuerda la foto, con carencias sí, pero no son las mismas. Si tuviera que elegir carencias, elegiría las de “mi pueblo” o lo que recuerdo de él. Las carencias de la ciudad me hacen sentir como “meh”. Me muero por respirar, por alejarme de tanta y tanta gente en todos lados, me muero por respirar aire limpio y llevar una vida más relajada.

Mi calidad de vida definitivamente no está en la ciudad, ya la experimenté, ya la disfruté (en alguna manera), ya la viví como residente de algunos años y no, es un hecho, yo no soy una chica de ciudad.  Espero algún día estar en el D.F. y sea sólo por descubrir sus verdaderas bellezas como turista y al final del día pueda regresar a mi hogar feliz: limpio, amable, tranquilo y bohemiamente campesino.

En fin.







martes, 19 de mayo de 2015

Lo que él hace muy bien

Sí, eso también (risita nerviosa). Bueno, en realidad quise escribir sobre lo que él hace bien porque es muy frecuente que nos quejemos de nuestras parejas, no es una regla, pero sí algo que pasa seguidísimo.

En mi proceso por estar bien conmigo misma y ser feliz por decisión, he aprendido que quejarnos nos ayuda a desahogarnos, pero si sólo vemos lo negativo de la vida, nos convertimos en personas odiositas (fuchi).

Así que decidí ponerme linda y dejar de quejarme un rato para reconocer lo bien que me hacen las personas, en especial “él”, porque estará conmigo de aquí hasta que esté arrugadita.

Aquí mi lista:

Me cuida mucho

Soy una persona rutinaria, así que él siempre sabe dónde estoy. No me había dado cuenta que a pesar de eso, está al pendiente de mí, porque cuando nota un cambio, inmediatamente me busca para saber dónde estoy y si todo está bien.

Me consiente

No se le da mucho el ser apapachador, pero lo compensa dejándome a mí la importantísima tarea de decidir qué comer o a dónde ir (jhá). En realidad, se esfuerza mucho por proveer una situación cómoda para que yo tenga lo que me gusta y en ocasiones especiales (y a últimas fechas) se ha esmerado por darme sorpresitas muy lindas, y se nota porque le cuesta trabajo saber con qué sorprenderme.

Me ama a su manera

Es cierto, no es el empalagoso que me gustaría que fuera, pero se siente el amor cuando me abraza dormido sin darse cuenta, cuando me toma la mano para caminar juntos o cuando en una reunión me busca desesperadamente cuando ya no me ve, porque aunque no estemos pegados literalmente, busca que esté cerca.

Se preocupa por ofrecerme una familia

Él me hace sentir que somos una familia, él y yo con nuestro perrito, y no sólo eso, comparte sus valores familiares conmigo haciendo de esta nueva familia una versión 2.0 con lo mejor de ambos mundos.

Me da mi lugar

Tiene una extraña forma de hacerlo, porque no es precisamente un tipo muy caballeroso, pero al decir “mi vieja”, que pareciera un poco despectivo, lo hace con mucho orgullo, lo que a veces me sonroja.

También con sólo mencionar mi nombre, la gente sabe quién soy y qué lugar ocupo en su vida. Además, el que no me deje decirle como todos lo llaman sino de una forma distinta, y mencionar que es porque yo no soy “todos”, me hace sentir especial.

Se esfuerza por entenderme

Le cuesta horrores porque no soy muy comunicativa. Si a mí me cuesta trabajo entender qué me pasa imagínense a él, pero lo intenta y cuando no se desespera es muy comprensivo y tierno. Le agradezco mucho eso.

Ha hecho cosas por mí que antes no hacía

Es una de las personas más desordenadas que conozco, pero de verdad no es ni la mitad de desordenado que cuando yo lo conocí. Ahora tiende la cama, recoge sus cosas (se tarda, pero lo hace) y hasta me regaña porque no “acomodo” los trastes (sí, tiene la osadía de hacerlo, jhá).

Se interesa por salir de casa aunque preferiría quedarse a dormir, y sólo lo hace por mí. También se para temprano si tengo alguna carrera; viaja conmigo aunque no era un hábito común en él (o eso parecía).

Se pone ropa que le regalo aunque sea algo que él quizá jamás se hubiera comprado y se ve diferente por complacerme. En suma, hace pequeños sacrificios para que yo sea feliz.

Me perdona fácilmente

No sé si olvide fácil, pero sí me perdona rápido cuando “la cago”, después está bien o no le dura tanto el enojo, lo que me hace sentir más tranquila y menos presionada por mis errores.

Llevar una vida ligera en este aspecto me transmite paz, porque al no tomarse las cosas tan a pecho me da la confianza de ser yo sin importar mis errores y sólo dejar que la vida fluya con todo y que soy muy hormonal.

Ama la vida y me hace amarla tanto como a él

Creo que es la persona más cercana a mí que de verdad tiene un gran amor a la vida. Disfruta el momento sin inhibiciones, hace lo que le gusta y es feliz con ello. Pareciera que cada etapa de su vida la súper mega disfrutó al máximo, la de estudiante, la de vivir solo, la de sus primeros trabajos y ahora el estar casado. Disfrutó tanto que pareciera que no siente tantas frustraciones (o al menos eso es lo que yo veo en él).

Me aconseja procurando ser imparcial

Si tengo problemas procura darme un consejo aunque no sea lo que quiero escuchar, me alcahuetea cuando se puede, pero cuando necesito que me hable directo y me dé una opinión imparcial, lo hace casi siempre de una forma positiva, buscando mi bienestar.

Y aunque le cuesta trabajo mirarme a los ojos cuando me escucha y hacerme sentir que realmente lo hace, está atento cuando me siento muy mal y sigue el pendiente horas y días después.

Es él mismo sin pretensiones

¡Vaya que es él mismo! No sé si se contenga, pero lo dudo, es de las personas más auténticas que conozco porque no tiene miedo de mostrar quién es y cómo es. ¡Me encanta!

Me involucra con sus amigos y en su mundo

No le incomoda que lo acompañe a reuniones con sus amigos, supongo que no estaría padre que lo acompañara a una noche de chicos o si se va a una “despedida de soltero”, pero por lo general compartimos momentos con amigos que están increíbles.

Me sonríe

Su sonrisa es muy honesta (se siente). Cuando llega a casa no puede evitar sonreírme aunque se haga el payasito molestándome con “¿Ya está la cena lista?” Me sonríe cuando soy empalagosa, me sonríe cuando quiere ir a jugar videojuegos, me sonríe cuando le llevo la cena y me sonríe en muchas ocasiones más.

Me busca cuando estoy enojada

Sí, el 90 por ciento (o un poquito más) es él quien da su brazo a torcer cuando estoy enojada o él está enojado, porque prefiere estar bien, eso ayuda mucho a mi ego femenino y me hace sentir importante, muy importante.

Prepara comida rica

Yo odio cocinar, así que él en ocasiones especiales y cenas con amigos es quien cocina, así yo no me estreso por tener que cocinar y soy feliz únicamente disfrutando su comida.

Me hace sentir que soy su “oasis personal” y su “cartelito de aeropuerto”

De vez en cuando me dedica canciones y aunque no diga muy seguido “te amo”, lo dice a su manera cada vez que escucho una canción que me dedicó, porque sé cuánto le gusta la música y porque es de las pocas personas que realmente le pone atención a la letra de las canciones (¿o soy la única que no les pone atención?)

Me apoya

Me felicita por mis logros y se emociona con mis nuevos proyectos, eso me hace sentir muy respaldada. No es de los que se emocione a los gritos, pero un simple “muy bien, moco” es suficiente para hacerme sentir apoyada.

Es romántico

De repente me dice frases súper lindas y llegadoras, pero cabrón, pero muy cabrón, es más las recuerdo y todavía me sonrojo, me dan cosquillitas en la panza y quiero ir a besarlo a donde esté.

Es honesto

A veces creo que se pasa de honesto porque anda contando por ahí intimidades que no, pero sé que todo lo que dice es con honestidad, odia mentir y eso me da más seguridad, aunque en ocasiones me moleste porque es honesto al decir qué chicas le gustan (ah, que no me iba a quejar, verdad).

Me hace feliz y ser una mejor persona

Ese es el resumen, porque por él siento muchas cosas que de verdad me hacen inmensamente feliz y también por él quiero estar bien para ser felices juntos muchos, muchos años.

En fin, después escribo otro post con puras quejas o… no.

¡LO AMO!



lunes, 11 de mayo de 2015

Las Vegas, consejos para despistados

¡Viajar a Las Vegas está bien padre!, al menos yo me divertí como enana, en verdad mucho, pero también me sentí algo perdida porque soy bastante despistada y me cuesta trabajo poner atención a varias cosas al mismo tiempo, sobre todo si soy nueva en algo, como en este caso.

Así que decidí hacer una lista de consejos para despistados como yo, sé que no son los grandes consejos porque no les diré qué visitar o qué ver, sólo serán consejos que pueden ser estúpidos pero de verdad te quitan problemas aún más estúpidos.

Aquí mi lista:
  1. Haz una maleta pequeña, sobre todo si vas a estar pocos días y no planeas comprar mucho. Hace calor y la mayor parte del tiempo usarás cosas que te sirven tanto en la noche como en el día. Ah, y ya sabes aplica la regla de cosas no mayores a 100 ml y lo que no puedes llevar arriba.
  2. Lleva una pluma, neta, tienes que llenar formularios y es tan molesto estar buscando que alguien te preste una.
  3. Utiliza el servicio de Shuttle para ir a tu hotel, los taxis ya pasaron de moda. Además, puedes pagar el viaje redondo y así te evitas estar preocupado por saber cómo regresarás al aeropuerto.
  4. No rentes auto, vale la pena caminar y caminar. Nosotros caminamos toda la Strip, desde el hotel Stratosphere hasta el emblemático letrero de “Las Vegas”, nos dolieron los pies dos días enteros, pero valió la pena.
  5. Si decidiste turistear en vez de pasártela de fiesta, lleva algo para comer como barritas ah y agua, quizá no sientas hambre de tanto que caminas, pero alivianarás a tu pancita y tendrás energía para caminar de más.
  6. Cuida qué zapatos vas a usar, está cool verse fashion, pero un calzado adecuado hará que veas más cosas y aprovecharás más el tiempo que tienes.
  7. Para moverte a grandes distancias, usa los camioncitos, puedes comprar un boleto por 20 dolarucos que te servirá durante 3 días, las 24 horas del día dependiendo la ruta y se compra en las maquinitas que encontrarás en las paradas, pagas exacto o con tarjeta. Hay varias y utilizarás dos en específico, la Strip & Downtown Express (SDX) te lleva hasta el Premium Outlet Norte y el Deuce hasta el Premium Outlet Sur. Consulta su ruta antes de subirte y así no tendrás que caminar tanto si no es necesario.
  8. Haz un itinerario por día de las cosas que realmente quieres visitar, para no sentirte frustrado de no haber visto alguna.
  9. Toma muchas fotos de todo, no sólo de los hoteles, también de lo que no hay en México, son útiles para mostrarles a quienes les cuentes cómo te fue y lo que te impresionó.
  10. Intenta comprar lo que no has visto en México, algo que valga la pena después del viaje que te aventaste.
  11. Si vas a estar apostando no sólo en las maquinitas, ve por tu brazalete que dice que eres mayor de edad y puedes apostar, así te evitarás que te pidan el pasaporte a cada momento.
  12. Aún así ten a la mano tus documentos y compra un porta pasaporte para meter tu visa y no tener miedo de perderla porque se te cae del librito.
  13. Comprar recuerditos en Las Vegas viejas o Freemont Street es mucho, mucho más barato.
  14. Habla muuucho inglés, practicar está padre, pero si no es lo tuyo, no tengas pena y pregunta si hablan español, algunos sí lo hacen y te sentirás menos desubicado.
  15. Compra yardas para beber mientras vas por la calle, no te puedes ir sin hacer esto.
  16. Si vas a hacer muchas compras, lleva en tu bolsita otra bolsita de esas que se doblan o dobla una ecológica, te ayudará a cargar cuando el shopping sea mucho.
  17. Dicen que el que “convierte no se divierte”, pero si eres controlador y no muy hábil con las matemáticas, sirve pensar que menos de 20 dólares es aceptable.
  18. No tengas miedo de entrar a todos los casinos que puedas y observa todo lo que puedas, ¡es increíble!
  19. Si vas con pareja es normal que se peleen, sobre todo si es la primera vez que viajan a un lugar totalmente diferente, y como en toda relación lo importante es comunicar qué es lo que quiere realmente cada uno.
  20. Y aunque sea obvio, no está más decirlo, ¡olvídate de la habitación de hotel! Que sea sólo para dormir por lo exhausto que estás de tanto que viste.

Creo que hasta ahí, si recuerdo más consejos, los escribiré o si no pregunten, yo muy feliz. De una despistada a otros despistados.


La Foreys





miércoles, 27 de mayo de 2015

No soy chica de ciudad

En muchas ocasiones he pensado que no pertenezco a la ciudad, pero no sé si sea en específico al D.F. En fin, ahora sólo pienso que es esta ciudad, pero no es que la odie o no me guste nada. De hecho, me ha dado muchos buenos momentos, simplemente no creo que sea un sitio para mí.

La historia es: Crecí cerca de la ciudad, pero tuve el privilegio de estar en un lugar en el que no existía el tráfico, en el que podía ir en bicicleta a la escuela, en el que no veía a tanta gente estresada y en el que jugar al aire libre era lo más increíble del mundo mundial.

Hasta la fecha me siento orgullosa cuando me llaman “de pueblo” o “pueblerina”; es cierto, tiene cierto aire despectivo, pero yo no lo veo así, de hecho cada vez que me lo dicen me recuerda de dónde vengo y lo feliz que fui en “mi pueblo”.

¿Por qué creo que no soy de la ciudad después de 13 años de vivir en ella? Porque cuando me despierto no escucho pajaritos, no huele a mañanita limpiecita. Aquí en la ciudad, escucho sirenas, autos, gente hablando y gritando, aquí huele a sucio y todo eso me hace sentir estresada, incómoda y a veces, triste.

En la ciudad no es tan fácil trasladarse en bici, por el temor a los automovilistas, pero en mi pueblo era más fácil moverse entre calles y llegabas en minutos a donde quisieras. Las personas no estaban tan estresadas, el tiempo no se iba tan rápido, no había camiones atascados con gente empujándose y diciéndose groserías.

Quizá era pequeña y no conocía el mundo de los “adultos” del pueblo, pero neta, no veía a tantas personas intensas por conseguir dinero, dinero, dinero (jeje), un buen trabajo, un departamento cool, hacer negocios y llevar un status quo “interesante”. No creo que esté mal, simplemente no es lo mío.

Yo prefiero salir a caminar y oler a campo, a tierra mojada. Prefiero desayunar escuchando la radio y sin estresarme porque voy a llegar tarde a mi trabajo. No me interesa un cine o supermercado cerca de mi casa, ni llevar a mis hijos a escuelas carísimas. No quiero comprar un departamento a pagar en años (que se sienten como siglos), tampoco me interesa tener un puesto ejecutivo y ser jefa como meta principal.

Detesto tener que subirme todos los días a un transporte público atascado, hacer largas filas, soportar el tráfico, oler a cloacas y perder el tiempo en todo eso. No me gusta vivir preocupada por “no llegar a la quincena”, y aunque puedo darme pequeños lujitos, sólo puede ser el fin de semana y ni siquiera, porque termino tan exhausta que no disfruto de las “bellezas de la ciudad”.

Me quedo encerrada días y días en una oficina, en un departamento pequeño, porque las casas son carísimas, porque no me alcanza para un depa más grande. No puedo ver tan seguido a mis amigos porque es casi imposible con los traslados y la vida tan agitada de cada uno.

Parece que estoy menospreciando por mucho la ciudad, pero no me malinterpreten, hay personas que la aman y entiendo por qué (o creo entender), ese “glamour” en lo que tienes acceso a ver y disfrutar: conciertos, grandes edificios, vida cultural, trabajos de envidia, colonias con ese toque bohemio-poser-hipster-encantador; en fin,  porque todo llega aquí, porque todo está aquí (en teoría).

Pero yo aspiro a una vida como la que me recuerda la foto, con carencias sí, pero no son las mismas. Si tuviera que elegir carencias, elegiría las de “mi pueblo” o lo que recuerdo de él. Las carencias de la ciudad me hacen sentir como “meh”. Me muero por respirar, por alejarme de tanta y tanta gente en todos lados, me muero por respirar aire limpio y llevar una vida más relajada.

Mi calidad de vida definitivamente no está en la ciudad, ya la experimenté, ya la disfruté (en alguna manera), ya la viví como residente de algunos años y no, es un hecho, yo no soy una chica de ciudad.  Espero algún día estar en el D.F. y sea sólo por descubrir sus verdaderas bellezas como turista y al final del día pueda regresar a mi hogar feliz: limpio, amable, tranquilo y bohemiamente campesino.

En fin.







martes, 19 de mayo de 2015

Lo que él hace muy bien

Sí, eso también (risita nerviosa). Bueno, en realidad quise escribir sobre lo que él hace bien porque es muy frecuente que nos quejemos de nuestras parejas, no es una regla, pero sí algo que pasa seguidísimo.

En mi proceso por estar bien conmigo misma y ser feliz por decisión, he aprendido que quejarnos nos ayuda a desahogarnos, pero si sólo vemos lo negativo de la vida, nos convertimos en personas odiositas (fuchi).

Así que decidí ponerme linda y dejar de quejarme un rato para reconocer lo bien que me hacen las personas, en especial “él”, porque estará conmigo de aquí hasta que esté arrugadita.

Aquí mi lista:

Me cuida mucho

Soy una persona rutinaria, así que él siempre sabe dónde estoy. No me había dado cuenta que a pesar de eso, está al pendiente de mí, porque cuando nota un cambio, inmediatamente me busca para saber dónde estoy y si todo está bien.

Me consiente

No se le da mucho el ser apapachador, pero lo compensa dejándome a mí la importantísima tarea de decidir qué comer o a dónde ir (jhá). En realidad, se esfuerza mucho por proveer una situación cómoda para que yo tenga lo que me gusta y en ocasiones especiales (y a últimas fechas) se ha esmerado por darme sorpresitas muy lindas, y se nota porque le cuesta trabajo saber con qué sorprenderme.

Me ama a su manera

Es cierto, no es el empalagoso que me gustaría que fuera, pero se siente el amor cuando me abraza dormido sin darse cuenta, cuando me toma la mano para caminar juntos o cuando en una reunión me busca desesperadamente cuando ya no me ve, porque aunque no estemos pegados literalmente, busca que esté cerca.

Se preocupa por ofrecerme una familia

Él me hace sentir que somos una familia, él y yo con nuestro perrito, y no sólo eso, comparte sus valores familiares conmigo haciendo de esta nueva familia una versión 2.0 con lo mejor de ambos mundos.

Me da mi lugar

Tiene una extraña forma de hacerlo, porque no es precisamente un tipo muy caballeroso, pero al decir “mi vieja”, que pareciera un poco despectivo, lo hace con mucho orgullo, lo que a veces me sonroja.

También con sólo mencionar mi nombre, la gente sabe quién soy y qué lugar ocupo en su vida. Además, el que no me deje decirle como todos lo llaman sino de una forma distinta, y mencionar que es porque yo no soy “todos”, me hace sentir especial.

Se esfuerza por entenderme

Le cuesta horrores porque no soy muy comunicativa. Si a mí me cuesta trabajo entender qué me pasa imagínense a él, pero lo intenta y cuando no se desespera es muy comprensivo y tierno. Le agradezco mucho eso.

Ha hecho cosas por mí que antes no hacía

Es una de las personas más desordenadas que conozco, pero de verdad no es ni la mitad de desordenado que cuando yo lo conocí. Ahora tiende la cama, recoge sus cosas (se tarda, pero lo hace) y hasta me regaña porque no “acomodo” los trastes (sí, tiene la osadía de hacerlo, jhá).

Se interesa por salir de casa aunque preferiría quedarse a dormir, y sólo lo hace por mí. También se para temprano si tengo alguna carrera; viaja conmigo aunque no era un hábito común en él (o eso parecía).

Se pone ropa que le regalo aunque sea algo que él quizá jamás se hubiera comprado y se ve diferente por complacerme. En suma, hace pequeños sacrificios para que yo sea feliz.

Me perdona fácilmente

No sé si olvide fácil, pero sí me perdona rápido cuando “la cago”, después está bien o no le dura tanto el enojo, lo que me hace sentir más tranquila y menos presionada por mis errores.

Llevar una vida ligera en este aspecto me transmite paz, porque al no tomarse las cosas tan a pecho me da la confianza de ser yo sin importar mis errores y sólo dejar que la vida fluya con todo y que soy muy hormonal.

Ama la vida y me hace amarla tanto como a él

Creo que es la persona más cercana a mí que de verdad tiene un gran amor a la vida. Disfruta el momento sin inhibiciones, hace lo que le gusta y es feliz con ello. Pareciera que cada etapa de su vida la súper mega disfrutó al máximo, la de estudiante, la de vivir solo, la de sus primeros trabajos y ahora el estar casado. Disfrutó tanto que pareciera que no siente tantas frustraciones (o al menos eso es lo que yo veo en él).

Me aconseja procurando ser imparcial

Si tengo problemas procura darme un consejo aunque no sea lo que quiero escuchar, me alcahuetea cuando se puede, pero cuando necesito que me hable directo y me dé una opinión imparcial, lo hace casi siempre de una forma positiva, buscando mi bienestar.

Y aunque le cuesta trabajo mirarme a los ojos cuando me escucha y hacerme sentir que realmente lo hace, está atento cuando me siento muy mal y sigue el pendiente horas y días después.

Es él mismo sin pretensiones

¡Vaya que es él mismo! No sé si se contenga, pero lo dudo, es de las personas más auténticas que conozco porque no tiene miedo de mostrar quién es y cómo es. ¡Me encanta!

Me involucra con sus amigos y en su mundo

No le incomoda que lo acompañe a reuniones con sus amigos, supongo que no estaría padre que lo acompañara a una noche de chicos o si se va a una “despedida de soltero”, pero por lo general compartimos momentos con amigos que están increíbles.

Me sonríe

Su sonrisa es muy honesta (se siente). Cuando llega a casa no puede evitar sonreírme aunque se haga el payasito molestándome con “¿Ya está la cena lista?” Me sonríe cuando soy empalagosa, me sonríe cuando quiere ir a jugar videojuegos, me sonríe cuando le llevo la cena y me sonríe en muchas ocasiones más.

Me busca cuando estoy enojada

Sí, el 90 por ciento (o un poquito más) es él quien da su brazo a torcer cuando estoy enojada o él está enojado, porque prefiere estar bien, eso ayuda mucho a mi ego femenino y me hace sentir importante, muy importante.

Prepara comida rica

Yo odio cocinar, así que él en ocasiones especiales y cenas con amigos es quien cocina, así yo no me estreso por tener que cocinar y soy feliz únicamente disfrutando su comida.

Me hace sentir que soy su “oasis personal” y su “cartelito de aeropuerto”

De vez en cuando me dedica canciones y aunque no diga muy seguido “te amo”, lo dice a su manera cada vez que escucho una canción que me dedicó, porque sé cuánto le gusta la música y porque es de las pocas personas que realmente le pone atención a la letra de las canciones (¿o soy la única que no les pone atención?)

Me apoya

Me felicita por mis logros y se emociona con mis nuevos proyectos, eso me hace sentir muy respaldada. No es de los que se emocione a los gritos, pero un simple “muy bien, moco” es suficiente para hacerme sentir apoyada.

Es romántico

De repente me dice frases súper lindas y llegadoras, pero cabrón, pero muy cabrón, es más las recuerdo y todavía me sonrojo, me dan cosquillitas en la panza y quiero ir a besarlo a donde esté.

Es honesto

A veces creo que se pasa de honesto porque anda contando por ahí intimidades que no, pero sé que todo lo que dice es con honestidad, odia mentir y eso me da más seguridad, aunque en ocasiones me moleste porque es honesto al decir qué chicas le gustan (ah, que no me iba a quejar, verdad).

Me hace feliz y ser una mejor persona

Ese es el resumen, porque por él siento muchas cosas que de verdad me hacen inmensamente feliz y también por él quiero estar bien para ser felices juntos muchos, muchos años.

En fin, después escribo otro post con puras quejas o… no.

¡LO AMO!



lunes, 11 de mayo de 2015

Las Vegas, consejos para despistados

¡Viajar a Las Vegas está bien padre!, al menos yo me divertí como enana, en verdad mucho, pero también me sentí algo perdida porque soy bastante despistada y me cuesta trabajo poner atención a varias cosas al mismo tiempo, sobre todo si soy nueva en algo, como en este caso.

Así que decidí hacer una lista de consejos para despistados como yo, sé que no son los grandes consejos porque no les diré qué visitar o qué ver, sólo serán consejos que pueden ser estúpidos pero de verdad te quitan problemas aún más estúpidos.

Aquí mi lista:
  1. Haz una maleta pequeña, sobre todo si vas a estar pocos días y no planeas comprar mucho. Hace calor y la mayor parte del tiempo usarás cosas que te sirven tanto en la noche como en el día. Ah, y ya sabes aplica la regla de cosas no mayores a 100 ml y lo que no puedes llevar arriba.
  2. Lleva una pluma, neta, tienes que llenar formularios y es tan molesto estar buscando que alguien te preste una.
  3. Utiliza el servicio de Shuttle para ir a tu hotel, los taxis ya pasaron de moda. Además, puedes pagar el viaje redondo y así te evitas estar preocupado por saber cómo regresarás al aeropuerto.
  4. No rentes auto, vale la pena caminar y caminar. Nosotros caminamos toda la Strip, desde el hotel Stratosphere hasta el emblemático letrero de “Las Vegas”, nos dolieron los pies dos días enteros, pero valió la pena.
  5. Si decidiste turistear en vez de pasártela de fiesta, lleva algo para comer como barritas ah y agua, quizá no sientas hambre de tanto que caminas, pero alivianarás a tu pancita y tendrás energía para caminar de más.
  6. Cuida qué zapatos vas a usar, está cool verse fashion, pero un calzado adecuado hará que veas más cosas y aprovecharás más el tiempo que tienes.
  7. Para moverte a grandes distancias, usa los camioncitos, puedes comprar un boleto por 20 dolarucos que te servirá durante 3 días, las 24 horas del día dependiendo la ruta y se compra en las maquinitas que encontrarás en las paradas, pagas exacto o con tarjeta. Hay varias y utilizarás dos en específico, la Strip & Downtown Express (SDX) te lleva hasta el Premium Outlet Norte y el Deuce hasta el Premium Outlet Sur. Consulta su ruta antes de subirte y así no tendrás que caminar tanto si no es necesario.
  8. Haz un itinerario por día de las cosas que realmente quieres visitar, para no sentirte frustrado de no haber visto alguna.
  9. Toma muchas fotos de todo, no sólo de los hoteles, también de lo que no hay en México, son útiles para mostrarles a quienes les cuentes cómo te fue y lo que te impresionó.
  10. Intenta comprar lo que no has visto en México, algo que valga la pena después del viaje que te aventaste.
  11. Si vas a estar apostando no sólo en las maquinitas, ve por tu brazalete que dice que eres mayor de edad y puedes apostar, así te evitarás que te pidan el pasaporte a cada momento.
  12. Aún así ten a la mano tus documentos y compra un porta pasaporte para meter tu visa y no tener miedo de perderla porque se te cae del librito.
  13. Comprar recuerditos en Las Vegas viejas o Freemont Street es mucho, mucho más barato.
  14. Habla muuucho inglés, practicar está padre, pero si no es lo tuyo, no tengas pena y pregunta si hablan español, algunos sí lo hacen y te sentirás menos desubicado.
  15. Compra yardas para beber mientras vas por la calle, no te puedes ir sin hacer esto.
  16. Si vas a hacer muchas compras, lleva en tu bolsita otra bolsita de esas que se doblan o dobla una ecológica, te ayudará a cargar cuando el shopping sea mucho.
  17. Dicen que el que “convierte no se divierte”, pero si eres controlador y no muy hábil con las matemáticas, sirve pensar que menos de 20 dólares es aceptable.
  18. No tengas miedo de entrar a todos los casinos que puedas y observa todo lo que puedas, ¡es increíble!
  19. Si vas con pareja es normal que se peleen, sobre todo si es la primera vez que viajan a un lugar totalmente diferente, y como en toda relación lo importante es comunicar qué es lo que quiere realmente cada uno.
  20. Y aunque sea obvio, no está más decirlo, ¡olvídate de la habitación de hotel! Que sea sólo para dormir por lo exhausto que estás de tanto que viste.

Creo que hasta ahí, si recuerdo más consejos, los escribiré o si no pregunten, yo muy feliz. De una despistada a otros despistados.


La Foreys