jueves, 28 de julio de 2011

So... ¿qué vas a hacer?

Deja tú que le des hueva a los demás, qué mal plan si te das hueva a ti mismo. ¿Cómo hace uno para dejar de culpar a los demás y sólo ponerse contento sin preguntar por qué?

jueves, 7 de julio de 2011

Otra preguntita

¿Por qué les costará tanto trabajo a algunas personas demostrar lo que sienten? Y de repente ¡zaz! explotan a medias. ¿Será que yo no tengo filtro? No sé.

martes, 5 de julio de 2011

Palabras

Es común no darnos cuenta de lo que decimos, ni de la trascendencia de nuestras palabras. Dañar o hacer volar podemos, ¿qué recordamos más? Depende de quién, cómo y por qué.

Me ha dolido más lo dicho que lo hecho, entre un “no te amo más”, entre un “nunca sabrás cuánto te amo”, entre un silencio, entre algo “no dicho”. Me gustaba coquetear con las palabras, pa’ escribirlas, pa’ decir cuánto amo, ahora… me suelen golpear más de lo que me acarician.

Andan rebotando en mi cabecita, constantemente me zarandean, quizá quieran irse. Quisiera dejarlas ir, sobre todo aquellas que surgen a partir de otras dichas, las que interpreto y que me dan señales para conocer a quien me las dijo. Definitivo, no nos damos cuenta de lo que decimos, perdón por reiterarlo.

Tengo guardadita algo de tristeza desde hace ya un ratito. Les encanta definirme y hacerlo con lo que “no hago” y es que yo los escucho, siempre con atención, como siempre lo he hecho y como he aprendido, lo realmente malo es que creo sus definiciones. Yo no soy así y me rindo a tratar de explicarles que no.

Me da tanto miedo hablar y causar el mismo efecto, tal vez por eso me callo y en el proceso lo que hago es acumular más y más palabras, oscuras para mi voz. Que si soy “así” que si me hacen falta gónadas, que si no hago esto, que si sí lo hago y sofoca. ¿Cuántas veces nos hemos definido primero antes que al otro?

Ya no quiero escuchar palabras de esas y yo tengo que tomar la decisión de usar sorderas. No puedo escuchar más el “yo no quiero”, el “tú no tienes por qué saberlo”, el "yo era así, pero ya no", el “estaría bien sin ti”, el “no has estado para mí", el “yo prefiero”, y… el “yo-yo indefinido”. Estoy construyendo con palabras un castillo de neblina.

Tampoco es que no escuche lo que brilla por sí solo, es por eso dicho que me mantengo viva, por lo que quiero vivir y por lo que disfruto hacerlo, ah, y sobre todo, por lo que sigo intentándolo. Pero es la primera vez que no sé pa’ dónde va el peso irrevocable.

Mientras tanto, pido perdón por lo no dicho y lo que sí, por las palabras que han abofeteado a quien amo, como a mis padres, como a mis amigos, como a mi amor, como a mí misma. Y sí, Foreys, qué putazos dan las palabras.

...
La Foreys
(Ahora tiene más sentido el "Busco ser la voz de una palabra")

jueves, 28 de julio de 2011

So... ¿qué vas a hacer?

Deja tú que le des hueva a los demás, qué mal plan si te das hueva a ti mismo. ¿Cómo hace uno para dejar de culpar a los demás y sólo ponerse contento sin preguntar por qué?

jueves, 7 de julio de 2011

Otra preguntita

¿Por qué les costará tanto trabajo a algunas personas demostrar lo que sienten? Y de repente ¡zaz! explotan a medias. ¿Será que yo no tengo filtro? No sé.

martes, 5 de julio de 2011

Palabras

Es común no darnos cuenta de lo que decimos, ni de la trascendencia de nuestras palabras. Dañar o hacer volar podemos, ¿qué recordamos más? Depende de quién, cómo y por qué.

Me ha dolido más lo dicho que lo hecho, entre un “no te amo más”, entre un “nunca sabrás cuánto te amo”, entre un silencio, entre algo “no dicho”. Me gustaba coquetear con las palabras, pa’ escribirlas, pa’ decir cuánto amo, ahora… me suelen golpear más de lo que me acarician.

Andan rebotando en mi cabecita, constantemente me zarandean, quizá quieran irse. Quisiera dejarlas ir, sobre todo aquellas que surgen a partir de otras dichas, las que interpreto y que me dan señales para conocer a quien me las dijo. Definitivo, no nos damos cuenta de lo que decimos, perdón por reiterarlo.

Tengo guardadita algo de tristeza desde hace ya un ratito. Les encanta definirme y hacerlo con lo que “no hago” y es que yo los escucho, siempre con atención, como siempre lo he hecho y como he aprendido, lo realmente malo es que creo sus definiciones. Yo no soy así y me rindo a tratar de explicarles que no.

Me da tanto miedo hablar y causar el mismo efecto, tal vez por eso me callo y en el proceso lo que hago es acumular más y más palabras, oscuras para mi voz. Que si soy “así” que si me hacen falta gónadas, que si no hago esto, que si sí lo hago y sofoca. ¿Cuántas veces nos hemos definido primero antes que al otro?

Ya no quiero escuchar palabras de esas y yo tengo que tomar la decisión de usar sorderas. No puedo escuchar más el “yo no quiero”, el “tú no tienes por qué saberlo”, el "yo era así, pero ya no", el “estaría bien sin ti”, el “no has estado para mí", el “yo prefiero”, y… el “yo-yo indefinido”. Estoy construyendo con palabras un castillo de neblina.

Tampoco es que no escuche lo que brilla por sí solo, es por eso dicho que me mantengo viva, por lo que quiero vivir y por lo que disfruto hacerlo, ah, y sobre todo, por lo que sigo intentándolo. Pero es la primera vez que no sé pa’ dónde va el peso irrevocable.

Mientras tanto, pido perdón por lo no dicho y lo que sí, por las palabras que han abofeteado a quien amo, como a mis padres, como a mis amigos, como a mi amor, como a mí misma. Y sí, Foreys, qué putazos dan las palabras.

...
La Foreys
(Ahora tiene más sentido el "Busco ser la voz de una palabra")