martes, 10 de diciembre de 2013

Las mujeres y sus dolores


A los 13 no entendí por qué a mamá le hubiera gustado tener un niño, su respuesta fue clara pero no me gustó: “Porque las niñas sufren más”. ¿Por qué sufren más? A decir verdad no sé qué tanto puede sufrir un niño, mi mamá tendrá las razones específicas, pero son muy suyas como para insistir en robárselas. En estos 15 años yo saqué mis propias conclusiones.

Primero, me encantaría pasar un rato en la mente de un varón, saber qué piensa, cómo reacciona y cómo disfruta ciertos placeres (sin marranadas) y lo quiero saber sólo por curiosa y para descartar otras teorías sobre el por qué las niñas sufren más.

Y bueno, a los 13 no tenía preocupaciones, ni cambios hormonales, ni amores, ni malas calificaciones. Mi vida era tranquila, un poco flat, excepto por aquel bullying estúpido. A los 14 todo cambió y empezó a doler de muchas formas y también empecé a llorar sin razón “aparente” (aún lo hago con frecuencia). Lágrimas y dolor, curioso.

Noté algo: Me volví más aprensiva, los comentarios negativos dolían igual o más que la indiferencia, los celos y el miedo. Así, de pronto llegaron sentimientos de “grandes”. ¿Qué hacer? Ya estaban ahí y una vez adquiridos, jamás se van. También me di cuenta que los muchachitos que crecían a mi alrededor no les afectaba tanto como a mí, lo dejaban fluir (cualidad que admiro muchísimo).

Poco a poco llegaron las dichosas experiencias, esas que duelen mucho, como el primer adiós, el “y ahora qué hago”, el “ya no te quiero” y así. Ahora a mis 28, lloro más, los cambios hormonales pegan de una manera absurda, la indiferencia que antes era medianamente ignorada hoy no puedo tolerarla. El amor, el amor duele más.

Y por lo que he escrito hasta ahora, la frase “te pusiste muy mujer” me queda perfecta en este momento con lo intensa que me leo. No sé si a los hombres les pasa o no, pero a mí como mujer me causa mucho conflicto la explosión de sentimentalismos (algunos absurdos, otros no) que tienden más al llanto que a otra cosa.

Si mamá se refería a que las mujeres sufren más porque viven en constantes batallas de emociones y sentimientos, porque duelen físicamente los cambios, porque aún existe el machismo, porque toman las situaciones impersonales en personales, porque la arman de “a pedo” sin siquiera entender ellas mismas, porque no olvidan tan fácil, porque requieren apapachos, palabras bonitas y caricias todo el tiempo. Si mamá se refería a todo eso, entonces, ya la entendí.


***

jueves, 21 de noviembre de 2013

I've Got the Power

“Porque puedo” debería ser una respuesta muy común, ¿o sí lo es y yo no me he dado cuenta? Me parece una oración muy coqueta, divertida y también altanera, la combinación perfecta de rebeldía y libertad.

Estas dos palabritas pueden ser la respuesta a tantas preguntas que me aterro un poco de pensarlo. Por ejemplo: ¿Por qué lastimas a las personas que te aman con contradicciones?, ¿por qué eres prepotente y egoísta?, ¿por qué haces tan mal tu trabajo?, ¿por qué humillas a las personas? Pues sí, quien pregunte podría obtener dicha respuesta: Porque puedo. Así de sencillo, porque pueden lastiman, humillan, juegan, aman y se apasionan (también hay motivos buenos).

Las relaciones de poder siempre me han fascinado, me encanta cuando las personas se sienten poderosas y se extralimitan para realizar proyectos chingones, para declarar al mundo abiertamente quiénes son, para salir de la porquería en donde se sumergen todos los días.

Esa clase de poder me vuelve loca y me seduce muchísimo, es increíble escuchar el “porque puedo” cuando tiene connotaciones positivas, cuando es motivado por el amor, por pasiones, por ganas de ser auténticos. Estoy realmente convencida que vivir de corazón, sin apariencias y prejuicios, es un poder tan disfrutable, es libertad, señores.

También pienso que una fuerza tan grande tiene su lado oscuro y se da en cascada, en pirámides, de arriba para abajo, como quieran verlo. ¿Qué pasa con las personas que usan un poder para poner piedritas en el zapato de los demás? “Hay niveles”, dicen. Vaya, me gustaría verlos desnudos e indefensos frente a una multitud morbosa, estaría divertido.

En realidad, me pone muy triste ver cómo el poder destruye, cuando podría ser tan increíble. Veo por todos lados proyectos de vida tan maravillosos que se frenan por un poder tirano, porque a pesar de ser fundamentalmente responsables de nuestra propia felicidad, no somos de piedra, oigan, ponemos en muchas manos retacitos de nuestro corazón y bolitas de popó nos ensucian con su “poder” (muy entrecomillado, por cierto).

Es aún más triste para mí ver cómo algunas personas que empezaron desde abajo, con el simple hecho de recibir un cargo mayor o cierta autorización, comienzan a maltratar a las personas. ¿Qué pedo? Se subieron a un tabique y vomitaron con el primer airecito.

Hablo del chófer del bus que te agrede porque él tiene el mando de un volante, UN volante; de los cobardes que no asumen responsabilidades; de los que gritan en el transporte público; de los que trabajan con las patas y no valoran el trabajo de los demás; de los que se adjudican logros sin haber movido un solo dedo; de los que abusan de su fuerza para golpear a indefensos; de los que manejan un país o una empresa pisando al que está abajo; de los que tiran los sueños de los demás a la basura.

Amo al PODER, es realmente delicioso, pero cuando involucra una capacidad envidiable, cuando es fuerza para derrotar lo que nos hace daño, cuando hace que lo imposible se vuelva posible. ODIO a las personas que lo prostituyen, personas que no tienen capacidad, ni fuerza de espíritu, ni sueños, ni logros, ni amor.

Porque puedo, escribo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Vive con pasión


No entiendo ni un carajo cuando escucho: saque de banda, pase cruzado, tiro libre, línea de meta; mucho menos entiendo de alineaciones, faltas, árbitros y hasta hace poco el “fuera de lugar” era para mí sólo un lugar común en las narraciones de comentaristas deportivos, en fin…

Este año fui muchas veces al Estadio Azteca, asistí a todos los partidos que se jugaron en México en la eliminatoria mundialista (esto último lo googleé para poder escribirlo). Casi en todos los juegos, la segunda parte cabeceaba casual mientras esperaba que se terminara el partido, mi función era solamente ser acompañante, pero el último partido en México cambió todo. 

Nunca había vivido un juego como el del  11 de octubre, fue increíble ver a tanta gente con un deseo en común, fue mejor escuchar sus porras, fue aún más excitante verlos brincar y abrazarse entre sí por un gol. Sigo sin entender por qué tanta pasión por el futbol, pero pude vivirla en un estadio con, según algunos medios, 100 mil personas. 

Al final no importan las banalidades o si el futbol  es o no para niñas, se trata de vivir con pasión. Los asistentes al México –Panamá no se dieron por vencidos ni en gritos, ni en porras, ni en festejos. Ojalá vivieran así por lo menos un cuarto de su semana o de su día o de una hora, se siente bien tener tantas “ganas” de que algo suceda, algo en específico, algo que une a tanta gente. 

En la cancha jugaron 11 y aunque muchos sintieron estar ahí o dieron su opinión sobre cómo se debió jugar, los demás cumplieron con su papel: apoyar a su equipo. Yo sí creo en la buena vibra y también creo que el no darse por vencidos hace que las cosas sucedan, aunque en esta ocasión se trate de futbol. 

El partido del viernes me emocionó mucho por lo que vi a mi alrededor, por tanta euforia, por tantas ganas. Insisto, ojalá muchos de los que estuvieron ahí le pusieran tantita pasión a lo que hacen todos los días, no porque esté mal que lo hagan en el futbol, sino porque ahí también me di cuenta que vivir con pasión hace que lo que deseamos realmente suceda. 

PD. Sigo sin entender un carajo de futbol.


martes, 10 de septiembre de 2013

Soy La Foreys


Soy una chica tierna que le gustaría ser sexy, pero no es tarea sencilla, lo más que logro es ser chistosa. Soy amable con las personas y busco no hacerlas sentir mal, pero a veces me sale lo intolerante, lo que me hace ser grosera.

Me gusta la sencillez de la gente, pero en ocasiones las juzgo por prejuicios. Soy una chica que le gusta hacer brillar lo que hace, todo tiene que verse bonito, ordenadito, limpio y en su sitio, pero también descuido los detalles y hago las cosas sin atención por querer terminar rápido, sin darme cuenta que todo lleva su tiempo.

Soy perseverante, aprendo fácil y un poco “matada”, pero me es muy difícil retener datos importantes. Me gusta atender y querer mucho a los que amo, a veces en exceso, por eso adoro hacerles cosas especiales como caricaturas, pero me cuesta trabajo comprometerme y buscarlos, como a mis amigos.

Soy una persona que le gusta compartir su vida y lo que piensa en general, pero suelo no hablar mucho porque me pongo nerviosa, repito constantemente lo que ya dije, cantinfleo y me tropiezo. Me modero porque cuando llego a hablar lo hago “sin filtro”, así se me salen guarradas, alguna imprudencia o comentarios fuera de lugar, sólo cuando me siento en total confianza hablo, eso y el acohol ayuda.

Soy una persona que si no siente que hizo algo productivo en el día, ya sea aprender algo nuevo, redactar bien un post, compartir una imagen chistosa, hacer ejercicio, sacar a pasear a Coco, limpiar o algo que sienta que es “productivo”, si no siento que lo hice, me pongo mal conmigo misma, me deprimo al sentir que desperdicié un día.

Soy obsesiva con pequeñas cosas, odio las manchas y pueden arruinar mi día, sobre todo si tengo una en mi blusa, es estúpido lo sé, pero no me gusta. Tampoco me gusta mojarme, pero a veces lo intento y no está tan mal. No me gustan los días nublados porque me ponen triste, no me gusta que rompan mi rutina, pero he aprendido a lidiar con ello. No me gusta salirme de mis horarios porque estoy acostumbrada a llevar un orden y un límite. No me gusta que abusen de mi amor, no me gusta que me presionen y me pidan demasiado cuando de la otra parte no dan nada.

No soy una “cabrona”, no me sale. No digo comentarios inteligentes a menudo, pero me preocupo de las personas que tengo cerca. No soy muy guapa, pero tengo unas lindas boobies, que no muestro, pero son dignas de presumir. No bailo muy bien, pero me divierto si lo hago. No soy una señorita, pero me veo como una.

¿Algo que se me olvide? Pues no sé, sólo quiero agregar que tengo un perrito hermoso, un corcho lleno de fotos que me  hacen feliz, una colección de cabezones de The Big Bang Theory con los que juego cuando me aburro. Tengo libros sin abrir de Quino, una manita para rascar, un balero y un yoyo.

Amo con profunda admiración a Quino y sus creaciones, eso incluye mi ansia por Mafalda. No me gusta ser solemne, pero si grabo voces no me sale otra cosa que lo institucional. Trago azúcar como troglodita, no veo ni madres porque padezco miopía y me gusta alburear gente.

Si algo me faltó ahí me dicen.
Abracitos

lunes, 19 de agosto de 2013

Otro post triste


Buéh, es lunes otra vez y yo sigo con el zapato atascado en shit, es bastante triste reconocer que tengo que obligarme todos los días a sacudirme el pie para poder caminar. Estoy frustrada, estresada, aburrida, enojada y esperando el viernes con hartas ganas. 

Sigo peleándome con la utopía y los círculos viciosos.  Extraño mucho el descubrir el mundo con admiración, cuando de chavita aprendía sobre el polo norte, el petróleo, la conjugación de los verbos;  ahora el aprendizaje es sólo para sobrevivir, todo por encimita, experimentando el convivir con quien no quiero estar. 

Encontré muchas ventajas de mi paso por la escuela, pero ahora la que más me acomoda es la de pasar un tiempo y superar  la molestia: “Nomás paso el año y se acaba la materia”. ¿Ahora? Como diría mi sensei Mafalda, esto es un “antro de rutina” y pa’ colmo sin fin. 

Me siento muy perdida, ¿saben? Sé que lo que hago puede hacerme ganar dinero, pero no sé por dónde empezar. Sé  lo que sé hacer, pero no sé con quién debo hacerlo, dónde y bajo qué propósito, así de cantinflesco el asunto y todos sabemos que de esta manera no llegaré a ningún sitio. 

Tenía ganas del fin del mundo, no sé, quizá esperaba que un apocalipsis acabara con la apatía y nos dejara con ganas de amar al mundo en general. Nada pasó, todo sigue igual, la misma shit en mi zapato, las mismas cadenas, la misma gente, los mismos inconscientes, los mismos groseros, los mismos desconfiados, los mismos mediocres. Todo igual. 

Antes tuve las pelotas de irme del lugar donde me sentía agredida y explotada. Me fui y me fue mejor sólo económicamente, supongo que por la experiencia, supongo que por el esfuerzo, pero todo lo demás sigue igual: Expresiones individuales, falta de equipo, muñequitos a la defensiva y cabezas agachadas ante el temor de levantar la mano. Los entiendo, pertenezco a su sistema, por eso estoy escribiendo esto, por eso soy parte del círculo vicioso. 

No puedo describir esta sensación de enojo y estrés, estas ganas de aplastar al mundo y tirarlo a la basura, odio con el alma la frase “en todos lados se cuecen habas”. Así que, ¿no hay sitio a dónde ir? Me rehúso a aceptarlo. ¡Quiero gritar como lo hago en mis sueños! Santo Dios, era más fácil aprenderme todas las montañas de México que aprender a sobrevivir en el sistema. Quiero dejarlo todo y volver a los paseos en triciclo. Esto no tiene fin. 

Soy parte de un estúpido círculo vicioso, soy parte del sistema, soy un ente más, soy una obrera con rutinas. No me está gustando en lo que me estoy convirtiendo. Aunque, recientemente descubrí que la mejor manera de romper los círculos viciosos es hacer lo que no quiero hacer, así que ahí va:

Empiezo por ser positiva (cosa que me CAGA cuando estoy tan enojada): Dar lo mejor de mí, disfrutar el viaje, aprender de lo bueno, refundir en el hoyo lo malo, ignorar los vicios de las personas que no toleras, porque al fin y al cabo “todo cae por su propio peso”. Pasarla bien por momentitos, demostrarle a las personas que amo cuánto las amo y buscar actividades que sí me hagan feliz, aunque estén fuera de 8 horas diarias. 

Hoy sólo estoy desilusionada de los que me dijeron cómo tenía que ser el mundo y no es. Hoy estoy enojada con aquellos a quienes les di mi confianza y se cubrieron el culo con ella. Hoy hago pucheros para desahogarme y llegar a casa para abrazar a mi perro y tomar de la mano a mi esposo. 

Y si esto es una etapa, ya quiero que se termine. 




lunes, 5 de agosto de 2013

Encaprichada


Si pudiera arrancarme sentimientos, me quitaría una que otra astillita del cerebro, pero no puedo. Hoy es uno de esos días en los que ando de capa caída, diría mi madre.  Me suelo poner sensiblona muy seguido, porque soy así o porque soy vieja, quizá ambas. 

Antes de caer en cuenta lo estúpidamente sensible que soy, todo era catástrofe (bueno, sigue siéndolo pero un poco menos) y no, el mundo no se acaba. En fin, estoy convencida que no está mal ponerse triste de vez en cuando sin razón aparente, tampoco está mal enojarse, ni ser un ogro, ni ser insoportable, ni todos esos calificativos feos que no nos gusta ser.  No está mal pasar por todo eso.
Claro, la situación deseable es estar siempre OK, rebosante, alegre, con una actitud poca madre ante la vida, sonriendo y así. Claro, sería ideal, fantástico, increíble… pero no, a veces nomás no se puede. El mundo cambia, yo cambio (con todo y explosiones de hormonas y así) lo que hacen los demás también afecta el cómo reacciono. 

Hoy ando bajoneada porque el mundo no es como me gustaría que fuera. ¿Y QUÉ? Ahora resulta que soy la única a la que le pasa. De vez en cuando agarro la onda con eso de “no esperes nada de nadie, así te sorprenderás y no te decepcionarás”, cosas así, pero otras veces no agarro la onda ¿y qué? Tengo ganas de ponerme caprichosita y exigirle al mundo, cual princesa, que sea como YO quiero (nomás hoy, porfis). 

Este día aplica aquella frase célebre: “el secreto está en abrazarla cuando no la entiendes". Hoy quiero apapachos, muuuuuuuchos besos, palomitas, chocolate, enchiladas, mi pijama, dormir temprano y encucharada. Hoy NO QUIERO “entender” que el mundo no es como me gustaría. Hoy quiero sacarlo toooooodo y ponerme de buenas como hace una semana. Putísima, ya me encapriché. 

 
*Por cierto, las ilustraciones son de Agustina Guerrero, una chica que siempre me pone de buenas.

martes, 10 de diciembre de 2013

Las mujeres y sus dolores


A los 13 no entendí por qué a mamá le hubiera gustado tener un niño, su respuesta fue clara pero no me gustó: “Porque las niñas sufren más”. ¿Por qué sufren más? A decir verdad no sé qué tanto puede sufrir un niño, mi mamá tendrá las razones específicas, pero son muy suyas como para insistir en robárselas. En estos 15 años yo saqué mis propias conclusiones.

Primero, me encantaría pasar un rato en la mente de un varón, saber qué piensa, cómo reacciona y cómo disfruta ciertos placeres (sin marranadas) y lo quiero saber sólo por curiosa y para descartar otras teorías sobre el por qué las niñas sufren más.

Y bueno, a los 13 no tenía preocupaciones, ni cambios hormonales, ni amores, ni malas calificaciones. Mi vida era tranquila, un poco flat, excepto por aquel bullying estúpido. A los 14 todo cambió y empezó a doler de muchas formas y también empecé a llorar sin razón “aparente” (aún lo hago con frecuencia). Lágrimas y dolor, curioso.

Noté algo: Me volví más aprensiva, los comentarios negativos dolían igual o más que la indiferencia, los celos y el miedo. Así, de pronto llegaron sentimientos de “grandes”. ¿Qué hacer? Ya estaban ahí y una vez adquiridos, jamás se van. También me di cuenta que los muchachitos que crecían a mi alrededor no les afectaba tanto como a mí, lo dejaban fluir (cualidad que admiro muchísimo).

Poco a poco llegaron las dichosas experiencias, esas que duelen mucho, como el primer adiós, el “y ahora qué hago”, el “ya no te quiero” y así. Ahora a mis 28, lloro más, los cambios hormonales pegan de una manera absurda, la indiferencia que antes era medianamente ignorada hoy no puedo tolerarla. El amor, el amor duele más.

Y por lo que he escrito hasta ahora, la frase “te pusiste muy mujer” me queda perfecta en este momento con lo intensa que me leo. No sé si a los hombres les pasa o no, pero a mí como mujer me causa mucho conflicto la explosión de sentimentalismos (algunos absurdos, otros no) que tienden más al llanto que a otra cosa.

Si mamá se refería a que las mujeres sufren más porque viven en constantes batallas de emociones y sentimientos, porque duelen físicamente los cambios, porque aún existe el machismo, porque toman las situaciones impersonales en personales, porque la arman de “a pedo” sin siquiera entender ellas mismas, porque no olvidan tan fácil, porque requieren apapachos, palabras bonitas y caricias todo el tiempo. Si mamá se refería a todo eso, entonces, ya la entendí.


***

jueves, 21 de noviembre de 2013

I've Got the Power

“Porque puedo” debería ser una respuesta muy común, ¿o sí lo es y yo no me he dado cuenta? Me parece una oración muy coqueta, divertida y también altanera, la combinación perfecta de rebeldía y libertad.

Estas dos palabritas pueden ser la respuesta a tantas preguntas que me aterro un poco de pensarlo. Por ejemplo: ¿Por qué lastimas a las personas que te aman con contradicciones?, ¿por qué eres prepotente y egoísta?, ¿por qué haces tan mal tu trabajo?, ¿por qué humillas a las personas? Pues sí, quien pregunte podría obtener dicha respuesta: Porque puedo. Así de sencillo, porque pueden lastiman, humillan, juegan, aman y se apasionan (también hay motivos buenos).

Las relaciones de poder siempre me han fascinado, me encanta cuando las personas se sienten poderosas y se extralimitan para realizar proyectos chingones, para declarar al mundo abiertamente quiénes son, para salir de la porquería en donde se sumergen todos los días.

Esa clase de poder me vuelve loca y me seduce muchísimo, es increíble escuchar el “porque puedo” cuando tiene connotaciones positivas, cuando es motivado por el amor, por pasiones, por ganas de ser auténticos. Estoy realmente convencida que vivir de corazón, sin apariencias y prejuicios, es un poder tan disfrutable, es libertad, señores.

También pienso que una fuerza tan grande tiene su lado oscuro y se da en cascada, en pirámides, de arriba para abajo, como quieran verlo. ¿Qué pasa con las personas que usan un poder para poner piedritas en el zapato de los demás? “Hay niveles”, dicen. Vaya, me gustaría verlos desnudos e indefensos frente a una multitud morbosa, estaría divertido.

En realidad, me pone muy triste ver cómo el poder destruye, cuando podría ser tan increíble. Veo por todos lados proyectos de vida tan maravillosos que se frenan por un poder tirano, porque a pesar de ser fundamentalmente responsables de nuestra propia felicidad, no somos de piedra, oigan, ponemos en muchas manos retacitos de nuestro corazón y bolitas de popó nos ensucian con su “poder” (muy entrecomillado, por cierto).

Es aún más triste para mí ver cómo algunas personas que empezaron desde abajo, con el simple hecho de recibir un cargo mayor o cierta autorización, comienzan a maltratar a las personas. ¿Qué pedo? Se subieron a un tabique y vomitaron con el primer airecito.

Hablo del chófer del bus que te agrede porque él tiene el mando de un volante, UN volante; de los cobardes que no asumen responsabilidades; de los que gritan en el transporte público; de los que trabajan con las patas y no valoran el trabajo de los demás; de los que se adjudican logros sin haber movido un solo dedo; de los que abusan de su fuerza para golpear a indefensos; de los que manejan un país o una empresa pisando al que está abajo; de los que tiran los sueños de los demás a la basura.

Amo al PODER, es realmente delicioso, pero cuando involucra una capacidad envidiable, cuando es fuerza para derrotar lo que nos hace daño, cuando hace que lo imposible se vuelva posible. ODIO a las personas que lo prostituyen, personas que no tienen capacidad, ni fuerza de espíritu, ni sueños, ni logros, ni amor.

Porque puedo, escribo.

lunes, 14 de octubre de 2013

Vive con pasión


No entiendo ni un carajo cuando escucho: saque de banda, pase cruzado, tiro libre, línea de meta; mucho menos entiendo de alineaciones, faltas, árbitros y hasta hace poco el “fuera de lugar” era para mí sólo un lugar común en las narraciones de comentaristas deportivos, en fin…

Este año fui muchas veces al Estadio Azteca, asistí a todos los partidos que se jugaron en México en la eliminatoria mundialista (esto último lo googleé para poder escribirlo). Casi en todos los juegos, la segunda parte cabeceaba casual mientras esperaba que se terminara el partido, mi función era solamente ser acompañante, pero el último partido en México cambió todo. 

Nunca había vivido un juego como el del  11 de octubre, fue increíble ver a tanta gente con un deseo en común, fue mejor escuchar sus porras, fue aún más excitante verlos brincar y abrazarse entre sí por un gol. Sigo sin entender por qué tanta pasión por el futbol, pero pude vivirla en un estadio con, según algunos medios, 100 mil personas. 

Al final no importan las banalidades o si el futbol  es o no para niñas, se trata de vivir con pasión. Los asistentes al México –Panamá no se dieron por vencidos ni en gritos, ni en porras, ni en festejos. Ojalá vivieran así por lo menos un cuarto de su semana o de su día o de una hora, se siente bien tener tantas “ganas” de que algo suceda, algo en específico, algo que une a tanta gente. 

En la cancha jugaron 11 y aunque muchos sintieron estar ahí o dieron su opinión sobre cómo se debió jugar, los demás cumplieron con su papel: apoyar a su equipo. Yo sí creo en la buena vibra y también creo que el no darse por vencidos hace que las cosas sucedan, aunque en esta ocasión se trate de futbol. 

El partido del viernes me emocionó mucho por lo que vi a mi alrededor, por tanta euforia, por tantas ganas. Insisto, ojalá muchos de los que estuvieron ahí le pusieran tantita pasión a lo que hacen todos los días, no porque esté mal que lo hagan en el futbol, sino porque ahí también me di cuenta que vivir con pasión hace que lo que deseamos realmente suceda. 

PD. Sigo sin entender un carajo de futbol.


martes, 10 de septiembre de 2013

Soy La Foreys


Soy una chica tierna que le gustaría ser sexy, pero no es tarea sencilla, lo más que logro es ser chistosa. Soy amable con las personas y busco no hacerlas sentir mal, pero a veces me sale lo intolerante, lo que me hace ser grosera.

Me gusta la sencillez de la gente, pero en ocasiones las juzgo por prejuicios. Soy una chica que le gusta hacer brillar lo que hace, todo tiene que verse bonito, ordenadito, limpio y en su sitio, pero también descuido los detalles y hago las cosas sin atención por querer terminar rápido, sin darme cuenta que todo lleva su tiempo.

Soy perseverante, aprendo fácil y un poco “matada”, pero me es muy difícil retener datos importantes. Me gusta atender y querer mucho a los que amo, a veces en exceso, por eso adoro hacerles cosas especiales como caricaturas, pero me cuesta trabajo comprometerme y buscarlos, como a mis amigos.

Soy una persona que le gusta compartir su vida y lo que piensa en general, pero suelo no hablar mucho porque me pongo nerviosa, repito constantemente lo que ya dije, cantinfleo y me tropiezo. Me modero porque cuando llego a hablar lo hago “sin filtro”, así se me salen guarradas, alguna imprudencia o comentarios fuera de lugar, sólo cuando me siento en total confianza hablo, eso y el acohol ayuda.

Soy una persona que si no siente que hizo algo productivo en el día, ya sea aprender algo nuevo, redactar bien un post, compartir una imagen chistosa, hacer ejercicio, sacar a pasear a Coco, limpiar o algo que sienta que es “productivo”, si no siento que lo hice, me pongo mal conmigo misma, me deprimo al sentir que desperdicié un día.

Soy obsesiva con pequeñas cosas, odio las manchas y pueden arruinar mi día, sobre todo si tengo una en mi blusa, es estúpido lo sé, pero no me gusta. Tampoco me gusta mojarme, pero a veces lo intento y no está tan mal. No me gustan los días nublados porque me ponen triste, no me gusta que rompan mi rutina, pero he aprendido a lidiar con ello. No me gusta salirme de mis horarios porque estoy acostumbrada a llevar un orden y un límite. No me gusta que abusen de mi amor, no me gusta que me presionen y me pidan demasiado cuando de la otra parte no dan nada.

No soy una “cabrona”, no me sale. No digo comentarios inteligentes a menudo, pero me preocupo de las personas que tengo cerca. No soy muy guapa, pero tengo unas lindas boobies, que no muestro, pero son dignas de presumir. No bailo muy bien, pero me divierto si lo hago. No soy una señorita, pero me veo como una.

¿Algo que se me olvide? Pues no sé, sólo quiero agregar que tengo un perrito hermoso, un corcho lleno de fotos que me  hacen feliz, una colección de cabezones de The Big Bang Theory con los que juego cuando me aburro. Tengo libros sin abrir de Quino, una manita para rascar, un balero y un yoyo.

Amo con profunda admiración a Quino y sus creaciones, eso incluye mi ansia por Mafalda. No me gusta ser solemne, pero si grabo voces no me sale otra cosa que lo institucional. Trago azúcar como troglodita, no veo ni madres porque padezco miopía y me gusta alburear gente.

Si algo me faltó ahí me dicen.
Abracitos

lunes, 19 de agosto de 2013

Otro post triste


Buéh, es lunes otra vez y yo sigo con el zapato atascado en shit, es bastante triste reconocer que tengo que obligarme todos los días a sacudirme el pie para poder caminar. Estoy frustrada, estresada, aburrida, enojada y esperando el viernes con hartas ganas. 

Sigo peleándome con la utopía y los círculos viciosos.  Extraño mucho el descubrir el mundo con admiración, cuando de chavita aprendía sobre el polo norte, el petróleo, la conjugación de los verbos;  ahora el aprendizaje es sólo para sobrevivir, todo por encimita, experimentando el convivir con quien no quiero estar. 

Encontré muchas ventajas de mi paso por la escuela, pero ahora la que más me acomoda es la de pasar un tiempo y superar  la molestia: “Nomás paso el año y se acaba la materia”. ¿Ahora? Como diría mi sensei Mafalda, esto es un “antro de rutina” y pa’ colmo sin fin. 

Me siento muy perdida, ¿saben? Sé que lo que hago puede hacerme ganar dinero, pero no sé por dónde empezar. Sé  lo que sé hacer, pero no sé con quién debo hacerlo, dónde y bajo qué propósito, así de cantinflesco el asunto y todos sabemos que de esta manera no llegaré a ningún sitio. 

Tenía ganas del fin del mundo, no sé, quizá esperaba que un apocalipsis acabara con la apatía y nos dejara con ganas de amar al mundo en general. Nada pasó, todo sigue igual, la misma shit en mi zapato, las mismas cadenas, la misma gente, los mismos inconscientes, los mismos groseros, los mismos desconfiados, los mismos mediocres. Todo igual. 

Antes tuve las pelotas de irme del lugar donde me sentía agredida y explotada. Me fui y me fue mejor sólo económicamente, supongo que por la experiencia, supongo que por el esfuerzo, pero todo lo demás sigue igual: Expresiones individuales, falta de equipo, muñequitos a la defensiva y cabezas agachadas ante el temor de levantar la mano. Los entiendo, pertenezco a su sistema, por eso estoy escribiendo esto, por eso soy parte del círculo vicioso. 

No puedo describir esta sensación de enojo y estrés, estas ganas de aplastar al mundo y tirarlo a la basura, odio con el alma la frase “en todos lados se cuecen habas”. Así que, ¿no hay sitio a dónde ir? Me rehúso a aceptarlo. ¡Quiero gritar como lo hago en mis sueños! Santo Dios, era más fácil aprenderme todas las montañas de México que aprender a sobrevivir en el sistema. Quiero dejarlo todo y volver a los paseos en triciclo. Esto no tiene fin. 

Soy parte de un estúpido círculo vicioso, soy parte del sistema, soy un ente más, soy una obrera con rutinas. No me está gustando en lo que me estoy convirtiendo. Aunque, recientemente descubrí que la mejor manera de romper los círculos viciosos es hacer lo que no quiero hacer, así que ahí va:

Empiezo por ser positiva (cosa que me CAGA cuando estoy tan enojada): Dar lo mejor de mí, disfrutar el viaje, aprender de lo bueno, refundir en el hoyo lo malo, ignorar los vicios de las personas que no toleras, porque al fin y al cabo “todo cae por su propio peso”. Pasarla bien por momentitos, demostrarle a las personas que amo cuánto las amo y buscar actividades que sí me hagan feliz, aunque estén fuera de 8 horas diarias. 

Hoy sólo estoy desilusionada de los que me dijeron cómo tenía que ser el mundo y no es. Hoy estoy enojada con aquellos a quienes les di mi confianza y se cubrieron el culo con ella. Hoy hago pucheros para desahogarme y llegar a casa para abrazar a mi perro y tomar de la mano a mi esposo. 

Y si esto es una etapa, ya quiero que se termine. 




lunes, 5 de agosto de 2013

Encaprichada


Si pudiera arrancarme sentimientos, me quitaría una que otra astillita del cerebro, pero no puedo. Hoy es uno de esos días en los que ando de capa caída, diría mi madre.  Me suelo poner sensiblona muy seguido, porque soy así o porque soy vieja, quizá ambas. 

Antes de caer en cuenta lo estúpidamente sensible que soy, todo era catástrofe (bueno, sigue siéndolo pero un poco menos) y no, el mundo no se acaba. En fin, estoy convencida que no está mal ponerse triste de vez en cuando sin razón aparente, tampoco está mal enojarse, ni ser un ogro, ni ser insoportable, ni todos esos calificativos feos que no nos gusta ser.  No está mal pasar por todo eso.
Claro, la situación deseable es estar siempre OK, rebosante, alegre, con una actitud poca madre ante la vida, sonriendo y así. Claro, sería ideal, fantástico, increíble… pero no, a veces nomás no se puede. El mundo cambia, yo cambio (con todo y explosiones de hormonas y así) lo que hacen los demás también afecta el cómo reacciono. 

Hoy ando bajoneada porque el mundo no es como me gustaría que fuera. ¿Y QUÉ? Ahora resulta que soy la única a la que le pasa. De vez en cuando agarro la onda con eso de “no esperes nada de nadie, así te sorprenderás y no te decepcionarás”, cosas así, pero otras veces no agarro la onda ¿y qué? Tengo ganas de ponerme caprichosita y exigirle al mundo, cual princesa, que sea como YO quiero (nomás hoy, porfis). 

Este día aplica aquella frase célebre: “el secreto está en abrazarla cuando no la entiendes". Hoy quiero apapachos, muuuuuuuchos besos, palomitas, chocolate, enchiladas, mi pijama, dormir temprano y encucharada. Hoy NO QUIERO “entender” que el mundo no es como me gustaría. Hoy quiero sacarlo toooooodo y ponerme de buenas como hace una semana. Putísima, ya me encapriché. 

 
*Por cierto, las ilustraciones son de Agustina Guerrero, una chica que siempre me pone de buenas.