Mi confusión por la “excepción a la regla” ha tenido
modificaciones en el tiempo, tanto como mis lentes, de rojos enormes a negros
de pasta, por ejemplo. Me cuesta trabajo entender las excepciones a la regla y
esto ha sido por años.
Llámenme “cuadrada”, porque sí lo soy un poco, pero soy de esas personas que prefieren no saltarse las normas, tal vez por miedo al “regaño”
o… a la dichosa “llamada de atención”. Entiendo por qué existen las estructuras
y las reglas, y procuro cumplirlas. También llevo un orden, soy meticulosa,
estricta y en ocasiones perfeccionista (aclaro,
no lo veo taaaaaaaanto como virtud).
El error en “mi” sistema son las dichosas excepciones. He
visto, desde mocosa, cómo los que dictan las reglas se las saltan, cómo los de
mi alrededor se las saltan, cómo el mundo vive con personas que cumplen las reglas y personas que no, también
hay campechanos, eh.
Estoy muy molesta con ciertas excepciones, estoy molesta
porque he vivido en un mundo rosita y creo que si yo sigo las reglas los demás
lo harán también y no es tan así. Sí, hay personas que las cumplen, pero hay
muchísimas más que no y quitaditos de la pena lo siguen haciendo, tal parece
que les funciona bastante bien.
Los que más me molestan son los cínicos, los que dictan
reglas y se las saltan descaradamente, los incongruentes, los que te dicen qué
debes hacer, cómo lo debes hacer y cuándo lo debes hacer, pero ellos no lo
hacen y al parecer, a la vista, les resulta porque viven sin estrés, sin miedo,
sin culpa. Bueno, o es así o yo soy muy transparente y demuestro mucho todo lo
que me afecta. Al final sí, intolerante en estos casos lo soy y mucho.
Yo mi cruel verdugo, siguiendo un orden establecido y con
muchas ganas de romperlo. Lo he hecho, por facilidad, por borrega o pa’ ver qué
se siente. Pero, siempre pasa, quien no nace para rebelde, difícilmente le sale
ponerse revoltoso.
He de reconocer que ciertas “rompederas” resultan
gratificantes, como aquella de romper rutina y dejarse llevar; hay otras que si
no se hacen “al chile” terminan en un “la cagaste” enorme. En estos casos
aconsejan lanzarse a la aventura, vivir la vida y disfrutarla, pero lo que es
para unos, no es para otros. Me gusta la aventura, pero prefiero planearla de
vez en cuando.
Al final yo pienso que para ser la “excepción a la regla”,
esta última tiene que ser un total fracaso o haber sido impuesta por algún
cínico incongruente. Hoy estoy un poco desesperada porque poco a poco se
desvanece mi utopía y día a día veo más, aunque la miopía aumente.
Estoy aprendiendo cómo funciona el mundo y aunque me
desilusiona, también puedo decir con orgullo lo que NO quiero ser. Por
cierto, odio las excepciones a la regla, las que son ventajosas, odiosas,
irresponsables, inhumanas y violentas.
Gracias.
Nota para quien escribe:
No, Melanie, NO… el mundo ni es rosa, ni todos cumplen con
las reglas, ni si tú lo haces quiere decir que los demás lo harán. NO puedes
esperar que el mundo sea como en tu cabeza y desilusionarte por ello. Entiende
que si quieres jugar, tendrás que seguir las reglas del juego, aunque no sean
las tú estableciste. Porque como te lo han dicho, mientras tú sufres por la
utopía, hay quienes siguen riéndose en el caos.