¿No les ha pasado que se enojan sin razón y hacen un drama
por detalles insignificantes? ¿No? A mí tampoco. Bueno, un poquito sí. He de
reconocer que muchas veces me enojo por razones que no comprendo muy bien y
entonces… el caos.
Recientemente leí que los conflictos nacen del miedo o el
dolor, dejándonos llevar por ellos. Lo que aconsejaban en ese artículo era
reflexionar primero sobre lo que pasa en nuestro interior en vez de enojarnos
con quien “ni la debe, ni la teme”.
Ta güeno, caray, le reflexiono sobre lo que me molesta, pero
la primera reacción, esa que nace espontánea, esa que me avergüenza después,
esa… esa sí me cuesta trabajo
controlarla. Estoy de acuerdo, los conflictos son internos, porque como me han enseñado:
para estar bien se necesita “querer estar bien”.
Entiendo lo del miedo, aún más lo del dolor y es que después
de ciertos detallitos en la vida, no es tan fácil confiar en las personas.
Tengo miedo sí, porque al parecer quiero ver déjà vus en mi vida y no, lo
cierto es que los déjà vus no existen. La vida no es siempre la misma, ni las
personas, ni yo.
El verdadero misterio es descubrir qué pasa en mi interior y
al parecer, sigue sin resolverse. En tanto, aprendo a explorar esos álter egos
míos y dejar que fluyan los que tienen más onda y a tenerles paciencia a aquellos
que explotan sin razón: mis defectos.
Amar es mi razón de vivir, por más cursi que suene. Gracias
a quien me tiene paciencia, en general.
...
La Foreys
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