viernes, 22 de octubre de 2010

Peso mosca

No sé cuál sea el peso de casi cuatro años, creo que en general llevo muy ligero mi pasado. Sé lo importante que fue ese tiempo, lo que viví y aprendí a mejorar de mi personita, pero eso es una carga peso mosca, no porque no sea importante, sino por lo libre que me dejó ser, sin ataduras, sin sueños rotos (sólo transformados), sin torturas y también con algunos “con”... con suerte, seguridad, aprendizaje, amor.

Lo que pienso ahora ya no anda jugueteando entre el ayer o el antier. Me siento, justo en este momento, como en una realidad alterna. A veces intento regresar al pasado para espiar un poquito, para saber si mueve fibras sensibles, pero no, parece como si hubiera sido otra persona y lo que veo en ese flash back es sólo una película en mi cabeza, de esas con las que te sientes la protagonista, pero al final sólo es un breve trip.

También sé que no deseo regresar, que ya estoy cansada de dorar la píldora más de lo necesario. Añorar lo que se tuvo y lo que no ya no es tan placentero, si voy a loopear que sean los chistes y ya. Aunque claro, esos cuatro años dejaron algunos estragos, con apariencia microscópicamente gigante (sí, gigante) y esos sí pesan y mucho, porque son negativos y muy ojetes, pero eso se me olvida muy seguido, así que feliz estoy.

Creo que la razón por la que no están tan presentes esos años en mí es porque fue mucho, mucho dolor (no quería usar esa palabra, pero no había otra) y como Gabi lo dijo, fue muy purificador, cambié muchísimo. No es resentimiento lo que siento por él, simplemente tomé mis maletitas, los cachitos de mi corazón, los tomé con fuerza y me fui sin mirar atrás, por aquello de convertirnos en piedra.

Ahí se quedó él, atrás, y ahí lo voy a dejar ya no porque duela, sino porque hoy sigo caminando para cantar nuevas historias. A su retrato-recuerdo que guardo en alguna parte de mi memoria le dedico una sonrisa, le dibujo una canción y así simplemente le digo adiós. Una despedida como la de los zapatitos de 3 años que quise con todo el corazón, pero que sé no me los voy a volver a poner, porque aunque quiera, mi pie ya es grande y no, no se hará pequeño nunca más.

...
La Foreys

No hay comentarios:

Publicar un comentario

viernes, 22 de octubre de 2010

Peso mosca

No sé cuál sea el peso de casi cuatro años, creo que en general llevo muy ligero mi pasado. Sé lo importante que fue ese tiempo, lo que viví y aprendí a mejorar de mi personita, pero eso es una carga peso mosca, no porque no sea importante, sino por lo libre que me dejó ser, sin ataduras, sin sueños rotos (sólo transformados), sin torturas y también con algunos “con”... con suerte, seguridad, aprendizaje, amor.

Lo que pienso ahora ya no anda jugueteando entre el ayer o el antier. Me siento, justo en este momento, como en una realidad alterna. A veces intento regresar al pasado para espiar un poquito, para saber si mueve fibras sensibles, pero no, parece como si hubiera sido otra persona y lo que veo en ese flash back es sólo una película en mi cabeza, de esas con las que te sientes la protagonista, pero al final sólo es un breve trip.

También sé que no deseo regresar, que ya estoy cansada de dorar la píldora más de lo necesario. Añorar lo que se tuvo y lo que no ya no es tan placentero, si voy a loopear que sean los chistes y ya. Aunque claro, esos cuatro años dejaron algunos estragos, con apariencia microscópicamente gigante (sí, gigante) y esos sí pesan y mucho, porque son negativos y muy ojetes, pero eso se me olvida muy seguido, así que feliz estoy.

Creo que la razón por la que no están tan presentes esos años en mí es porque fue mucho, mucho dolor (no quería usar esa palabra, pero no había otra) y como Gabi lo dijo, fue muy purificador, cambié muchísimo. No es resentimiento lo que siento por él, simplemente tomé mis maletitas, los cachitos de mi corazón, los tomé con fuerza y me fui sin mirar atrás, por aquello de convertirnos en piedra.

Ahí se quedó él, atrás, y ahí lo voy a dejar ya no porque duela, sino porque hoy sigo caminando para cantar nuevas historias. A su retrato-recuerdo que guardo en alguna parte de mi memoria le dedico una sonrisa, le dibujo una canción y así simplemente le digo adiós. Una despedida como la de los zapatitos de 3 años que quise con todo el corazón, pero que sé no me los voy a volver a poner, porque aunque quiera, mi pie ya es grande y no, no se hará pequeño nunca más.

...
La Foreys

No hay comentarios:

Publicar un comentario