lunes, 24 de junio de 2013

Recordari, de nuevo por el corazón


Me fascina aferrarme a los recuerdos, por eso colecciono fotos descomunalmente (creo), por eso  guardo cada cartita, ticket, boleto que me haga recordar lo que viví y cómo lo viví. Me gusta, me gusta mucho, tanto que podría vivir una noche de pasión con algunos boletos de subte bonarenses  (nada de fetichismos, eh).

Creí que era de las personas que llevan muy ligero su pasado, pero no, todo (aunque sea en gramitos) lleva una carga. Bueno, a veces me miento a mí misma, por convivir conmigo misma, clásico mecanismo de autodefensa.  De todo eso, la parte que me está desquiciando en este momento es la de extrañar. 

Recuerdo haber leído mucho sobre los duelos, esto fue cuando perdí por primera vez lo que creía mío, en aquel entonces entendí que fue frustración, ataques al ego, ignorancia y dependencia. Pero al parecer no entendí muy bien eso de vivir duelos incluso si la persona no se ha ido. Me cuesta trabajo asimilar los cambios en las personas, porque recuerdo y recordar me hace extrañar. 

Ahora me viene a la mente lo que un amigo me dijo: “Las personas no cambian, sólo cambian sus reacciones a determinados momentos en la vida”. En realidad, las palabras de mi amigo siempre las aplicaba a terceras personas y es hoy cuando las empiezo a aplicar a mí. 

Tengo dos razones por las que escribo esto: Necesito aprender a dejar ir a la Melanie que ya no es y dejar de extrañarla para sólo recordarla. Hoy soy mejor que antes, por mucho, pero gracias a la mocosa introvertida y cuatro ojos que nunca volverá. Y la segunda, también necesito dejar ir a las personas que siguen a mi lado, pero al igual que yo, ya no son lo que eran. Así, empezar a amar con todas mis fuerzas en ambos sentidos. 

Estoy de acuerdo con mi amigo, no cambiamos, pero no lo hacemos en esencia y lo que nos pasa y el modo en el que reaccionamos ante ello sí nos hace ser distintos. Aferrarme a recuerdos ya no está chido cuando empieza a ganar la frustración por “el antes” en lugar de aceptar los nuevos retos.  

Te digo “adiós”, para decirte “hola” otra vez (aunque lo haya dicho cerca de mil ocho mil veces).
No me doy por vencida, todavía no. 

Hugs!


No hay comentarios:

Publicar un comentario

lunes, 24 de junio de 2013

Recordari, de nuevo por el corazón


Me fascina aferrarme a los recuerdos, por eso colecciono fotos descomunalmente (creo), por eso  guardo cada cartita, ticket, boleto que me haga recordar lo que viví y cómo lo viví. Me gusta, me gusta mucho, tanto que podría vivir una noche de pasión con algunos boletos de subte bonarenses  (nada de fetichismos, eh).

Creí que era de las personas que llevan muy ligero su pasado, pero no, todo (aunque sea en gramitos) lleva una carga. Bueno, a veces me miento a mí misma, por convivir conmigo misma, clásico mecanismo de autodefensa.  De todo eso, la parte que me está desquiciando en este momento es la de extrañar. 

Recuerdo haber leído mucho sobre los duelos, esto fue cuando perdí por primera vez lo que creía mío, en aquel entonces entendí que fue frustración, ataques al ego, ignorancia y dependencia. Pero al parecer no entendí muy bien eso de vivir duelos incluso si la persona no se ha ido. Me cuesta trabajo asimilar los cambios en las personas, porque recuerdo y recordar me hace extrañar. 

Ahora me viene a la mente lo que un amigo me dijo: “Las personas no cambian, sólo cambian sus reacciones a determinados momentos en la vida”. En realidad, las palabras de mi amigo siempre las aplicaba a terceras personas y es hoy cuando las empiezo a aplicar a mí. 

Tengo dos razones por las que escribo esto: Necesito aprender a dejar ir a la Melanie que ya no es y dejar de extrañarla para sólo recordarla. Hoy soy mejor que antes, por mucho, pero gracias a la mocosa introvertida y cuatro ojos que nunca volverá. Y la segunda, también necesito dejar ir a las personas que siguen a mi lado, pero al igual que yo, ya no son lo que eran. Así, empezar a amar con todas mis fuerzas en ambos sentidos. 

Estoy de acuerdo con mi amigo, no cambiamos, pero no lo hacemos en esencia y lo que nos pasa y el modo en el que reaccionamos ante ello sí nos hace ser distintos. Aferrarme a recuerdos ya no está chido cuando empieza a ganar la frustración por “el antes” en lugar de aceptar los nuevos retos.  

Te digo “adiós”, para decirte “hola” otra vez (aunque lo haya dicho cerca de mil ocho mil veces).
No me doy por vencida, todavía no. 

Hugs!


No hay comentarios:

Publicar un comentario