lunes, 3 de octubre de 2011

¿Sabes qué extraño?

Extraño ir a la escuela, la primaria era la onda. Mi papá preparaba mi pequeño almuerzo y gracias a Dios ya no me peinaba. Todo era muy muy nuevo y no tenía dilemas existenciales, además los exámenes eran más un reto que una molestia.

Extraño el olor de la casa limpia y la comida recién hecha, ver caricaturas por horas, dormir temprano, porque no existía el insomnio. Y por curioso que parezca, extraño ir a la papelería y comprar materialillos para hacer esas cositas que pedían en cada clase.

Extraño el olor de las tardes cuando salía a andar en bicicleta, los días eran más largos, pero más disfrutables. También extraño esperar con ansia el fin de año, en específico el 6 de enero. Extraño cuando el curso terminaba, el inicio de otro, extraño a mi hermana y nuestros juegos con pasto.

¡Uy! Cómo extraño llegar a la mitad de una película cuando mi papá estaba frente a la tele, tirarme junto a él y verla hasta el final, mientras mi apá se quedaba dormido, eran películas de relevos. Extraño a mi mamá, su comida y sus pequeños detalles, siempre de buen gusto y con mucho cariño.

Extraño los tiempos sin reclamos, sin caras tristes, sin sueños frustrados. Extraño los platos con diez enchiladas, Sailor Moon, hacer historietas, cambiar de armazón de lentes, mis profesores, mi cuarto en casa, los pasteles de cumpleaños, el pan con mango y crema, las clases de francés.

Y sí… cuánto hemos cambiado.


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lunes, 3 de octubre de 2011

¿Sabes qué extraño?

Extraño ir a la escuela, la primaria era la onda. Mi papá preparaba mi pequeño almuerzo y gracias a Dios ya no me peinaba. Todo era muy muy nuevo y no tenía dilemas existenciales, además los exámenes eran más un reto que una molestia.

Extraño el olor de la casa limpia y la comida recién hecha, ver caricaturas por horas, dormir temprano, porque no existía el insomnio. Y por curioso que parezca, extraño ir a la papelería y comprar materialillos para hacer esas cositas que pedían en cada clase.

Extraño el olor de las tardes cuando salía a andar en bicicleta, los días eran más largos, pero más disfrutables. También extraño esperar con ansia el fin de año, en específico el 6 de enero. Extraño cuando el curso terminaba, el inicio de otro, extraño a mi hermana y nuestros juegos con pasto.

¡Uy! Cómo extraño llegar a la mitad de una película cuando mi papá estaba frente a la tele, tirarme junto a él y verla hasta el final, mientras mi apá se quedaba dormido, eran películas de relevos. Extraño a mi mamá, su comida y sus pequeños detalles, siempre de buen gusto y con mucho cariño.

Extraño los tiempos sin reclamos, sin caras tristes, sin sueños frustrados. Extraño los platos con diez enchiladas, Sailor Moon, hacer historietas, cambiar de armazón de lentes, mis profesores, mi cuarto en casa, los pasteles de cumpleaños, el pan con mango y crema, las clases de francés.

Y sí… cuánto hemos cambiado.


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