Es neta, mi mamá me castigaba con no ir a la escuela si no
me comía las verduritas, ella sabía cuánto amaba ir a la escuela, las mamás
siempre saben. Si me comí o no las verduritas, es otra historia, pero hoy
pensando en el castigo me doy cuenta la importancia que tuvo la escuela para
mí.
Decir que era ñoña a estas alturas me da pena, no sólo
porque al parecer me perdí de muchas cosas por hacer tareas, sino también
porque se siente como si estuviera presumiendo que era la de dieces, y es que
últimamente eso de ser nerd está de moda, no sé, yo sólo lo era en el mundo de
los estereotipos.
La escuela fue lo máximo para mí, me encantaba aprender
cosas nuevas, hacer tareas y que quedaran bonitas, me gustaba escuchar las
historias de algunos profesores (por cierto, tuve increíbles maestros), me gustaba
usar uniforme, salir temprano y obtener beneficios coquetos como más vacaciones
porque para mí no existían los extraordinarios.
Lo que más me gustaba de ir a la escuela y que ahora
comprendo, era que mi personalidad tímida y silenciosa no era impedimento para
obtener lo que quería, para ser reconocida y para alcanzar mis objetivos; al
contrario, era parte del paquete, los profesores confiaban en mí, así que mi
esfuerzo era suficiente para obtener mi preciado diez.
Fui tan FELIZ en la escuela, pero tan feliz, que hoy quiero
contarles sobre la maldición de la nerd. Ahora, no sólo esforzarte es
suficiente para lograr tus objetivos, aunado a que los objetivos son más
complicados, ahora tienes que saber con quién acercarte, a quién hablarle, con
quién llevarte bien y otras cosas que a veces no tienen mucho qué ver con tu
trabajo.
Tienes que ser más “despiertita”, menos callada, menos
tímida, tienes que aprender a equilibrar tu trabajo para que no se manchen en
dejarte todo a ti, tienes que adaptarte a un horario completo, a tener el mismo
“profesor” (jefe) por tiempo indefinido sin posibilidad a que termine el año o
el semestre y se cambie.
La vida fuera de la escuela es muy complicada, y esa
personalidad que yo veía en los chicos populares ahora es mucho más valorada en
el trabajo, cuando antes sólo era valorada en círculos sociales y no influía
tanto en las calificaciones, a menos que algún nerd les hiciera las tareas sólo
por bonitos. Odio tener que cambiar ciertas cosas de mí para “llegar lejos”.
Nunca creí que estar fuera de la escuela fuera tan difícil y
a veces creo que esa es mi maldición, haber amado tanto la escuela que ahora
estar fuera sea tan triste, sobre todo cuando escucho algunas historias de
personas que están en el mismo medio que yo y me dicen que eran de los que odiaban la escuela y ahora son tan felices
en su trabajo. Así, yo lo llamo la maldición de la nerd.
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