lunes, 25 de abril de 2011

Adiós y Hola

Un duelo más. Me costó trabajo decir adiós al inicio, a los besos locos, a las escapadas en lunes con harto alcohol, a la espera en la entrada, a los halagos repentinos y hasta los sustos por la tarde noche.

(Suspirote) Bueno, ahora otra etapa. A conocer qué puede hacer la nena consigo misma, a tener paciencia, a decirle al miedo “no me chingues”. Tiempo para esperar y tiempo para entender que lo se queda en las manos uno lo puede guardar y lo que no… hay que dejarlo ir, decir adiós.

Y sí, me di cuenta que quedaron manchas, por más que limpié. Me bastaron unos meses para reconocer que hay momentos que destantean lo que era “inquebrantable”, como esa fuerza, como esas ganas de comerse al mundo y me bastó una lloriquedera (o muchas) para que todo eso que estaba perdido regresara a tocar la puerta y… estoy por abrirle.

Para decirle “hola” a quien va a ser, hay que ponerle huevos y decirle “adiós” a quien era y ya no es, pero sigue estando (ajá sí, así, así). Mis personitas especiales, las amo muchísimo, pero ahí les va una rayita aunque yo no quiera, porque como lo dijo el señorcito Víctor Hugo: "La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo".

No puedo complacerlos, pero tampoco a mí misma sin ustedes. No puedo decirles quién soy, pero puedo dejar de intentarlo. Me conocen o me conocerán, así que empecemos a ordenar el clóset a ver qué encontramos. Adiós. Habrá algún día soleadito con una alberquita inflada para decirnos “hola” (otra vez).

La Foreys

2 comentarios:

  1. Me gusta, es completamente intimo y tu lenguaje me parece del todo personal, sin importarte qué dirán los demás, usas lo que consideras y lo escribes; un verdadero Blog personal.

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  2. Muchas Gracias por leerme, esto es un verdadero desahogo para mí.

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lunes, 25 de abril de 2011

Adiós y Hola

Un duelo más. Me costó trabajo decir adiós al inicio, a los besos locos, a las escapadas en lunes con harto alcohol, a la espera en la entrada, a los halagos repentinos y hasta los sustos por la tarde noche.

(Suspirote) Bueno, ahora otra etapa. A conocer qué puede hacer la nena consigo misma, a tener paciencia, a decirle al miedo “no me chingues”. Tiempo para esperar y tiempo para entender que lo se queda en las manos uno lo puede guardar y lo que no… hay que dejarlo ir, decir adiós.

Y sí, me di cuenta que quedaron manchas, por más que limpié. Me bastaron unos meses para reconocer que hay momentos que destantean lo que era “inquebrantable”, como esa fuerza, como esas ganas de comerse al mundo y me bastó una lloriquedera (o muchas) para que todo eso que estaba perdido regresara a tocar la puerta y… estoy por abrirle.

Para decirle “hola” a quien va a ser, hay que ponerle huevos y decirle “adiós” a quien era y ya no es, pero sigue estando (ajá sí, así, así). Mis personitas especiales, las amo muchísimo, pero ahí les va una rayita aunque yo no quiera, porque como lo dijo el señorcito Víctor Hugo: "La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo".

No puedo complacerlos, pero tampoco a mí misma sin ustedes. No puedo decirles quién soy, pero puedo dejar de intentarlo. Me conocen o me conocerán, así que empecemos a ordenar el clóset a ver qué encontramos. Adiós. Habrá algún día soleadito con una alberquita inflada para decirnos “hola” (otra vez).

La Foreys

2 comentarios:

  1. Me gusta, es completamente intimo y tu lenguaje me parece del todo personal, sin importarte qué dirán los demás, usas lo que consideras y lo escribes; un verdadero Blog personal.

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  2. Muchas Gracias por leerme, esto es un verdadero desahogo para mí.

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