A mí me suelen “loopear” los chistes en la cabecita; a veces, porque son muy tontos y otras por razones que aún no logro comprender, pero
recientemente me di cuenta que no sólo los chistes me “loopean”, también
ciertos pensamientos no muy agradables.
Esta cadena trae consigo reacciones negativas y algo
desorientadas. Me explico mejor:
Puede que en todo el día esté pensando en una persona, el pensamiento es supuestamente positivo, porque quiero verla o porque me hace
sentir bien pensar en ella, pero cuando la veo por fin, quizá esa persona no
reacciona como yo espero, y entonces la cadena de pensamiento “positiva” se
transforma en una “negativa”.
También hay ocasiones en las que pasa algo que me hace
sentir mal, no importa qué (puede ser realmente una tontería, incluso algo que
no existe) y eso arrastra otras veces en las que me sentí mal y que se
relacionan. Poco a poco se va haciendo la secuencia de pensamientos negativos
que empiezan a loopear en mi cabeza.
(¿Recuerdan la lista de Arya en Game of thrones: Cersei,
Walder Frey, The Mountain, Meryn Trant? Bueno, pues así, pero en… no me siento
bien, no quiero estar aquí, odio “esto”, odio “esto también”, bla, bla, bla.)
Vienen a mi mente UNA Y OTRA VEZ sentimientos y pensamientos
que no me agradaron, una, dos, o hasta mil ocho mil y los “loopeo” en mi
cabecita en una secuencia de más de 24 horas, sin parar ni para ir al baño (esa
es la desventaja de pensar, te lo llevas a todas partes). Las consecuencias:
mal humor, peleas, desorientación, tristeza, confusión y victimización,
reacciones que se vuelven adictivas por lo que obtienes de ellas.
Creo firmemente que cualquier sentimiento o idea que
permanezca “loopeando” en la cabeza de las personas trae una gratificación, las
secuencias de pensamiento negativas pueden atraer la atención de los demás,
chantajeando emocionalmente a quienes nos aman o pueden darnos el pretexto
perfecto para no reaccionar, porque “pobrecitos de nosotros”.
Los pensamientos positivos son más cool, porque traen
beneficios de paz interior, felicidad espontánea y atracción de personas igual
de cool que esos pensamientos. Lo que a mí a veces me confunde es que un “loop”
positivo resulta no serlo tanto cuando es ya obsesión o dependencia emocional
al extremo.
El punto de esto es que cuando un loop te está haciendo
daño, siempre es mejor cortarlo, quemarlo, meterlo a un hoyo negro, mandarlo al
Triángulo de las Bermudas, patearlo hasta Plutón, lo que sea para terminarlo;
pero, llegar a ese punto no es tan sencillo, cortar de tajo algo te cuesta las
pelotas, porque ya lo has “loopeado” tantas veces que se convierte en algo tan
rutinario que no te das cuenta que lo haces.
Sí, como cuando te bañas y ya no piensas si te lavas el
cabello primero y luego tus otras partecitas, es ya una rutina “loopeada”, así
me pasa con mis pensamientos negativos, sólo hasta que hago conciencia de lo
que pasa puedo hacer algo y eso a veces, porque lo he pensado tantas veces que
es reconfortante: “zona de confort”.
Cambiar de actitud de un minuto a otro es una habilidad que
quiero desarrollar, lo intenté recientemente y aunque fue complicado, me hizo
sentir orgullosa de mí misma. En el momento en el que empieza mi “loop” y me
doy cuenta: ¡Pum! ¡Patada hacia Plutón!, como hacen los niños después de pegarse
un putazo y les dan una paleta o se distraen y vuelven a sonreír en segundos,
sin sentirse “tontos” por haberse puesto mal en un inicio, sino que prefieren
sonreír y divertirse, así, justo así QUIERO SER.
La cadena de pensamientos, o sea, esos “loops”, nunca debe
durar más de lo que dura la canción de tu sentimiento, desahogarse con ese
loop, llorar con ese loop, caerse y volverse a levantar con ese loop no debe de
convertirse en un long play, sino en una versión corta y disfrutable de quien
eres y de lo que sientes, porque todos los sentimientos deben sentirse,
honestamente pienso que es parte de disfrutar la vida.
Voy aprendiendo de mis rutinas, de mis loops e intento ser
como esa niña que se raspaba las rodillas, pero que deja atrás el dolor cuando persigue
una mariposa, un balón o un niño para besuquear.
¡Que así sea! ¡Deditos cruzados!
¿También te pasa?
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